La eterna utopía de la nueva política
[29-03-2017 20:25:31]
Alberto Medina Méndez
(www.miscelaneasdecuba.net).- Desde hace décadas que se viene hablando
de renovar las formas y desterrar los vicios de la política. Muchos
dirigentes lo recitan con entusiasmo y prometen que esa noble actividad
será pronto un orgullo para la sociedad. Sin embargo, es evidente que,
al menos hasta ahora, es muy poco lo que se ha avanzado en esa dirección.
Una nueva camada de personajes, provenientes de diversos ámbitos
pretenden encarnar esa flamante dinámica. Individuos sin demasiados
antecedentes políticos, sin una tradición familiar o una carrera
prolongada en los partidos, garantizan que ellos serán absolutamente
distintos.
Lo generacional aparece entonces como un aspecto diferenciador que
aspira a ser parte de esa genuina reconversión. Algunos imaginan, con
esperanza, que la participación política de esa gente más joven
oxigenará a esta desprestigiada profesión, aportándole una impronta
moderna y positiva.
Esos intentos, y tantos otros igualmente extravagantes y aparentemente
revolucionarios, se quedan casi siempre a mitad de camino. Durante algún
tiempo, esos dirigentes intentan romper la matriz habitual de la
política, para luego, inexorablemente, caer en la trampa y repetir todo
lo conocido.
Lo distinto no siempre es sinónimo de mejor. Algunos que pretenden
desafiar la inercia, en ese juego de mostrarse diferentes, eventualmente
lo consiguen solo desde lo estético y hasta superficial, mientras su
esencia persiste invariablemente destruyendo cualquier potencial proceso
evolutivo.
Hay excepciones y no todo está perdido. Sería injusto meter a todos en
la misma bolsa. Pero no menos cierto es que esos casos siguen siendo
aislados y en su inmensa mayoría no han logrado ser ni muy exitosos, ni
dignos de ser imitados por otros que se entusiasmen con ese espíritu.
Para cambiar la política seriamente es imprescindible asumir su
presente, comprender los motivos reales de su creciente descrédito, para
luego poder planificar un recorrido diametralmente opuesto que permita
llevar adelante alteraciones profundas operando sobre lo realmente
significativo.
Algunos suponen que alcanza con asumir posturas más incorrectas,
construir discursos grandilocuentes, utilizar las modernas tecnologías y
optimizar el lenguaje gestual saliendo de las clásicas recetas ya conocidas.
Todas esas aristas podrían ser relevantes pero sólo si suceden en un
contexto que esté en las antípodas del actual. No se trata de operar
sobre lo superfluo sino, en todo caso, de trabajar fuertemente en el
contenido real.
Muchos dirigentes están convencidos de que lo trascendente es modificar
solo las formas para que la política "parezca" algo que está
transformándose, sin comprender acabadamente que el verdadero problema
está en las entrañas mismas del sistema.
La política, en los últimos años solo ha virado en algunas trivialidades
que no modifican su naturaleza consiguiendo entonces que la sociedad
renueve su desesperanza y desilusión frente a esta reiterada
falsificación. No ha caído en desgracia porque algunos comunicadores se
hayan ocupado de dinamitarla. Su menoscabo surge de hechos demasiado
burdos que a los políticos clásicos no les gusta siquiera analizar.
Uno de los aspectos más cuestionados tiene que ver con el financiamiento
de esa actividad con los dineros de la gente. Las estructuras políticas
y los ejércitos de militantes siguen siendo subsidiados desde las arcas
estatales. Las campañas y hasta los gastos menores del partido
gobernante se sostienen gracias a los abultados impuestos que paga la
sociedad.
A eso se suman otras barbaridades igualmente repudiables como por
ejemplo la intromisión en las decisiones judiciales, el inadmisible
clientelismo, la demagogia barata o la cíclica construcción de imperios
económicos absolutamente artificiales que llegan siempre de la mano de
la inmoral discrecionalidad que los favorece con oscuras contrataciones.
Prometer que se va a transformar la política para luego seguir haciendo
exactamente lo mismo, pero con mejores modales, no solo no es saludable,
sino que va minando cualquier intento posterior de conseguirlo en el futuro.
Para cambiar algo se debe primero tener la suficiente convicción de
hacerlo, advirtiendo cuales son los pilares sobre los que se sustenta
para luego estar dispuesto a derribarlos y a cortarlos de raíz. Nada de
eso sucede hoy.
Utilizar todos los resortes disponibles, haciendo pequeñas mutaciones,
no es hacer nueva política. Para ser efectivos resulta vital despojarse
de los privilegios y transitar un trayecto mucho más incómodo y complejo.
Muchos descartan este sendero porque creen en esta patética religión de
lo gradual como método innovador. En realidad no quieren cambiar casi
nada. No les interesa demasiado. Solo sueñan con simular modificaciones
que les brinden el tiempo suficiente para usufructuar mientras tanto el
poder.
Es probable que los políticos, los anteriores y los actuales, entiendan
el asunto, pero está claro que no están convencidos de hacer lo
necesario. Hacerse los distraídos no es una práctica inusual para ellos.
Es parte de su tradicional montaje, ese que ejercitan con habitualidad y
sin pudor alguno.
La próxima vez que alguien diga que vino a desterrar las viejas
prácticas de la política y a perfeccionar esta actividad para mejorar la
vida a los ciudadanos, habrá que investigar acerca de que entiende por
nueva política.
Los experimentos implementados hasta ahora han sido casi todos fallidos
y no se avizora en el horizonte líderes suficientemente dispuestos a
recorrer el desafiante e incierto sendero que invita a probar otros
trayectos. No se necesitan nuevos dirigentes o partidos políticos más
modernos. Lo que se precisa es mucho más coraje y determinación para
intentarlo.
Parece que por ahora habrá que conformarse con los típicos alegatos
rimbombantes que prometen cambios menores mientras se espera, con eterna
paciencia, la milagrosa llegada de la utopía de la nueva política.
Source: La eterna utopía de la nueva política - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/58dbfc1b3a682e00585b11c2#.WN1TBvl976Q
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