Como fichas de dominó
HILDEBRANDO CHAVIANO MONTES | La Habana | 26 Feb 2016 - 9:05 am.
¿Terminó la euforia izquierdizante en América Latina? Después de casi
dos décadas de que el virus del Socialismo del Siglo XXI hiciera
metástasis en nuestro continente, se ha hecho evidente el agotamiento
del discurso populista de Fidel, Hugo y compañía. Los resultados
económicos de los dos países que encabezan el bloque no inspiran a su
seguimiento, de ahí la tendencia creciente entre el resto, de cambiar
discretamente a un modelo socialdemócrata donde la palabra comunismo es
casi una obscenidad.
Los pueblos latinoamericanos fueron arrastrados por algunos líderes
atiborrados de nacionalismo, ambiciones personales, antimperialismo y
confusas ideas marxistas totalmente divorciadas de la realidad, pero que
aprovecharon circunstancias propicias a las promesas de más pan en la
mesa, educación y salud para todos.
Al final, el pan en la mesa es cada vez más escaso, y la educación y
salud para todos no es gratis, sino que sale del bolsillo de los propios
trabajadores. Una gran estafa, al decir del peruano Eudocio Ravines, y
todo a cambio de haber entregado su libertad a algún iluminado mesías.
Realmente el socialismo resultó ser un mal negocio.
Derrotados en las parlamentarias de Venezuela, las presidenciales de
Argentina y por último, en el plebiscito de Bolivia, los socialistas del
siglo XXI están contra las cuerdas y a punto de tirar la toalla. De Cuba
ni hablar, entre anuncios de crecimiento y besos y caricias prodigados
con los históricos enemigos del norte, la confusión en las filas
comunistas es total. ¿Hacia dónde vamos?, se preguntan. Conmigo no han
contado, declara el otrora líder máximo, hoy objetivo turístico de papas
y presidentes.
Nicolás Maduro continúa con la práctica de aumentar los salarios, crear
empresas estatales improductivas y más ministerios, esto es, más
burocracia corrupta. A estas medidas las llama radicalizar la revolución
socialista. ¿Otra Cuba? La inflación, la improductividad, el
desabastecimiento, el mercado negro, la corrupción y el delito es lo
único que crece con estas medidas, ya eso quedó demostrado desde la
extinta URSS.
En Argentina los movimientos de izquierda hacen resistencia a las
medidas de Mauricio Macri que buscan subsanar el derroche y la
corrupción kichnerista; sindicalistas, burócratas, amamantados y el
resto de la fauna revolucionaria-peronista-socialista, quieren seguir
viviendo del erario público, los prohombres de las ideas llamadas
progresistas.
En Bolivia ya le sonó la campana a Evo Morales. A pesar de los buenos
resultados de su gestión, otra reelección es demasiado. Ya comienzan a
ver la luz los casos de corrupción en su entorno más cercano, es natural
que el sentimiento de impunidad se imponga y, aunque no llegue a
convertirse en una dictadura, cada vez los círculos de poder querrán más
y las instituciones saldrían perdiendo al final, los ciudadanos dejarían
de serlo y pasarían a ser súbditos de un líder y su partido. Todo lo
logrado por el pueblo boliviano en estos últimos años se convertiría en
cartillas de racionamiento y dirigentes corruptos.
Los comentaristas de la televisión cubana, muestran cuán poco conocen de
cómo funciona el mundo real al cuestionar los sistemas electorales de
los países que deciden abandonar el sendero luminoso ofrecido por el
socialismo. Estos comentaristas achacan la pérdida de votos de sus
favoritos a las campañas de la derecha, la presión del imperio, las
guerras económicas y mediática, las conspiraciones internacionales y
cualquier otra justificación tonta. Por último, confiesan que si la
izquierda quiere mantenerse en el poder, debe echar a un lado los
mecanismos democráticos siguiendo el ejemplo de Cuba.
Estos criterios, propios del salvajismo político propugnado por los
revolucionarios cubanos, no son adecuados para estos tiempos de las
nuevas tecnologías de lainformática y las comunicaciones. El
totalitarismo, que es la propuesta, nunca ha sido solución para los
problemas sociales de ningún lugar en el mundo, ni de derecha ni de
izquierda. Los regímenes totalitarios han fracasado siempre porque van
contra la naturaleza humana. Sin libertad no hay desarrollo posible.
Este es el principal error de los dictadores o aspirantes a serlo. Si su
programa de gobierno es tan bueno y exitoso, por qué todo tiene que
centrarse en la permanencia de su persona al frente de la primera
magistratura. Los que supuestamente se deben al pueblo no creen que el
pueblo por sí mismo sea capaz de no votar por ellos, con lo que muestran
todo lo arrogantes que pueden ser.
Source: Como fichas de dominó | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/internacional/1456442305_20490.html
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