miércoles, diciembre 24, 2014

Poder Popular, ni poder ni popular

Poder Popular, ni poder ni popular
DIMAS CASTELLANOS | La Habana | 24 Dic 2014 - 11:04 am.

La inasistencia de los electores a las Asambleas de Rendición de Cuentas
empiezan a preocupar a las autoridades.

La inasistencia creciente de los cubanos a las Asambleas de Rendición de
Cuentas fue sometida a análisis por las comisiones permanentes de
trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), previo al IV
Período Ordinario de Sesiones de ese órgano convocado para el 19 de
diciembre.

La ausencia de los electores a las rendiciones de cuentas es una de las
tantas evidencias del fracaso del modelo político cubano. Dos hechos
bastan para demostrarlo. El primero, la decisión de celebrar esas
reuniones sin tener en cuenta el quórum establecido; es decir no tener
en cuenta la cantidad de personas presentes. Y segundo, la información
brindada a la prensa por la secretaria de la ANPP, quien dijo: "Con más
de 211.500 planteamientos realizados, el IV proceso de rendición de
cuentas de los delegados a sus electores en el actual mandato, llega
casi a las puertas de su cierre con alrededor de 75.600 reuniones
efectuadas, lo que equivale al 98,6% de las que estaban previstas". Y
agregó que "más de 600 asambleas se han llevado a cabo con menos de la
mitad de los electores presentes". Cifras, semejantes a las de un
informe de producción, que ocultan la aguda crisis de esa institución.

La inasistencia, como todo efecto, tiene sus causas. Tanto los delegados
del Poder Popular de las circunscripciones (los únicos que son elegidos
directamente), como los del resto de la estructura, hasta la Asamblea
Nacional, no cuentan con un programa de compromiso con sus electores. Su
programa es el del Partido-Gobierno. Por ello se presentan a las
elecciones únicamente con su biografía. Además, los seleccionados para
ocupar los cargos en las asambleas provinciales y en la nacional, son
nominados por las Comisiones de Candidatura (conformadas por los
presidentes de las llamadas organizaciones de masas, subordinadas al
Partido) y seleccionados por la Comisión Electoral Nacional. Esta última
con la potestad de incluir en ellas un 50% del total de los candidatos,
aunque no hayan sido electos por el voto secreto y directo en las
circunscripciones. Ese modelo, donde los delegados no tienen compromiso
con sus electores, explica la apatía cada vez más generalizada de
hombres y mujeres inmersos en la lucha por la sobrevivencia, para los
cuales las rendiciones de cuentas no influyen en la mejoría de sus vidas.

Detrás de esa causa existe otra más determinante: el pueblo cubano no es
soberano. De acuerdo al filósofo y político liberal, Juan Jacobo
Rousseau, la soberanía es el ejercicio de la voluntad general. El
soberano es el pueblo, quien delega el poder en sus representantes, pero
no delega la voluntad. Ese poder delegado, pero dirigido por la voluntad
general toma el nombre de soberanía, la que convierte a los contratantes
en una persona pública que toma el nombre de República o Cuerpo
Político. Por tanto la soberanía reside en el pueblo, quien designa un
gobierno para la ejecución de esa voluntad general.

Así se refrendó en nuestra historia constitucional republicana. En la
Constitución de 1901 dice: "La soberanía reside en el pueblo de Cuba, y
de este dimanan todos los Poderes Públicos". En la Constitución de 1940
reza: "La soberanía reside en el pueblo y de este último dimanan todos
los poderes públicos". Mientras en la constitución vigente reza: "En la
República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo
el poder del Estado" y continúa: "Ese poder es ejercido directamente o
por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado
que de ellas se derivan". Lo que ocurre en este caso es que no existen
los mecanismos para que esos órganos respondan a los intereses y
necesidades del pueblo. En ese estado de cosas lo que le queda al cubano
es ausentarse de unas reuniones donde lo único que pueden escuchar es a
un delegado que, sin ningún compromiso, se limita a explicar por qué las
necesidades planteadas no han sido resueltas.

En la información brindada por la secretaria de la ANPP se enumera una
larga de problemas irresueltos: "Las dificultades con el abasto de agua,
el alumbrado público, los salideros de agua potable y albañales, la
reparación de las redes hidráulicas, calles, carreteras y caminos, la
necesidad de ampliación de los servicios telefónicos privados y
públicos, así como la inestabilidad en la recogida de desechos sólidos…
que representan más del 50% de los planteamientos recogidos". Sin contar
problemas aún más graves de los cubanos, como es la insuficiencia de los
salarios en relación con el costo de la vida.

Si a lo anterior se une la incapacidad del modelo para hacer crecer la
economía y satisfacer las necesidades de la población, es lógico que al
cabo de casi cuatro décadas tuviera que manifestarse en la indiferencia
de los cubanos. El hecho resultante es demostrativo de que el Poder
Popular ni tiene poder ni goza de popularidad, lo que obliga, con o sin
voluntad política, a una transformación radical del modelo.

La evidente falta de voluntad política "para cambiar lo que deba ser
cambiado" se manifiesta en los análisis sobre el tema que eluden la raíz
del problema. Jorge Lezcano Pérez, vicepresidente de la ANPP entre 1981
y 1986 y actualmente asesor de ese órgano, publicó, el lunes 17 de
noviembre, un artículo en el semanario Trabajadores titulado "¿Está en
crisis la rendición de cuenta?", que hace dudar de la objetividad de las
estadísticas exhibidas por la secretaria de la ANPP, quien dijo que "más
de 600 asambleas se celebraron con menos del 50%".

Según Lezcano, "Muchos son los electores que no asisten a las reuniones
con el argumento de que no se resuelven los planteamientos que
reiteradamente formulan, otros señalan que la inasistencia de los
dirigentes administrativos convierten la reunión en una pérdida de
tiempo y en falta de respeto a los electores; no son pocos los que
responsabilizan injustamente al delegado por ambas situaciones". Y
añade: "Lo cierto es que, sean estas u otras las razones, desde hace
tiempo viene disminuyendo el número de personas que asisten a las
reuniones de rendición de cuentas y que no son pocas las que se efectúan
con baja asistencia, lo que evidentemente provoca su cuestionamiento y
pérdida de credibilidad…"

El aporte de Lezcano consiste en que "la crisis no está en la rendición
de cuenta sino en los que por negligencia, apatía, burocratismo o falta
de conocimiento no exigen el cumplimiento de la ley". Por tanto, desde
su punto de vista, la solución está en exigir su cumplimiento. Es decir,
el problema es sencillísimo, no está en la raíz sino en las ramas.

La irreductible diversidad y el agotamiento del modelo están presionando
cada vez más sobre la necesidad de implementar transformaciones
estructurales, en las que el pluripartidismo tendrá que estar a la orden
del día. De ahí la necesaria restitución del derecho de asociación y de
la despenalización de la diferencia política, para que los cubanos
puedan desempeñar el papel activo y determinante que les corresponde en
los destinos de su vida y de la nación. Cambios que, después del
restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU, no podrán seguir
esperando por las calendas griegas.

El inicio del desmontaje del diferendo Cuba-EEUU generará un escenario,
en el que la eficacia demostrada por el Gobierno para conservar el poder
será inútil para sacar al país del estancamiento. Por tanto, la
conservación del poder, cuyo plazo inexorablemente se reducirá y
dependerá, de ahora en adelante, de la profundización de las reformas
iniciadas y de la introducción de otras nuevas. Es decir, reformando las
reformas existentes e incorporando otras, que con el argumento de la
existencia del "enemigo", se han postergado durante demasiado tiempo. Lo
imposible, en el nuevo escenario, será conservar el fidelismo tal y como
existió durante décadas.

Source: Poder Popular, ni poder ni popular | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1419368067_11988.html

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