viernes, diciembre 26, 2014

Las fiestas del viejo Carlos

Las fiestas del viejo Carlos
Mientras La Habana celebra la Navidad y el acercamiento entre Cuba y
EEUU, hay una parte excluida de la población que sufre de abandono y
subsiste casi por milagro
jueves, diciembre 25, 2014 | Marcia Cairo

LA HABANA, Cuba. -Mientras La Habana celebra la Navidad y el
acercamiento entre Cuba y EEUU, hay una parte excluida de la población
que sufre de abandono y subsiste casi por milagro. Carlos Chacón San
Martín es uno de estos casos. El anciano de 79 años reside en un antiguo
convento devenido ciudadela. La edificación en ruinas y con peligro de
derrumbe, está ubicada en la calle Cuarteles No. 7 entre Cuba y Aguiar,
en La Habana Vieja.

Por más de 30 años fue camionero en la Empresa Eléctrica y luego chofer
de la ruta 27. Accidentalmente su expediente laboral se extravió,
quedando sin derecho a su jubilación. En estos momentos, la Seguridad
social le asigna una ayuda de 8 dólares mensuales, que apenas alcanzan
para pocos días. El cuartucho con dos sillas de hierro, un tenderete
para colgar sus ropas, un radio desvencijado, y un camastro polvoriento
con un colchón desgarrado, es todo lo que posee. No tiene baño ni
refrigerador. Dos huecos donde antes existieron dos puertas, dejan pasar
las corrientes de aire.

A pesar de haber sufrido quemaduras en un accidente, y también una
puñalada, es una persona activa. Debido a su edad, presenta una avanzada
cataratas con glaucoma en su ojo izquierdo, y una herida no cuidada le
provocó una úlcera crónica en una de sus piernas. Sin embargo, camina
todos los días con su andador hasta la vuelta de la esquina y allí se
sienta en una silla a conversar con la gente.

"Nací el 2 de noviembre, día de los muertos, vivo aquí en Cuarteles
desde los 9 años. Siempre estoy conversando con la gente del barrio, o
voy al parque a coger sol, en el cuartico me aburro y en la calle me
siento mejor. El hijo que estaba pendiente de mí se murió hace varios
años, y el me queda viene poco. Mis nietos y biznietos tampoco aparecen.
A nadie le interesa un viejo. A veces alguien que pasa me da algún
dinero por lástima, pero yo no pido ni soy mendigo", cuenta Carlos.

Bárbara Naranjo es una vecina que lo cuida: "Por mí tiene la pensión,
porque me moví para conseguírsela por la seguridad social. Ellos querían
meterlo en un asilo pero él no quiere ir, dice que allí se muere más
pronto. Esos lugares están en candela, trabajé por diez años en uno de
Santa Fe, y se robaban los jabones, la ropa de cama, todas las
donaciones. Aquí donde vivimos, hay peligro, cuando hay muchas lluvias y
amenaza de ciclón, nos vamos para un local de la Industria Ligera. Nos
quieren mandar para un albergue en Guanabacoa, pero imagínese eso es
pasar 20 años, además hay que venir aquí a sacar los mandados de la
bodega. Hemos pedido materiales, pero nos dicen que van a demoler todo
esto. Le pedí a un amigo que me ayude a reparar su cuartico, y kilo a
kilo lo estoy haciendo. Este hombre es como mi padre, yo trabajo en un
centro de elaboración de comida y siempre le traigo cosas. También le
lavo la ropa y lo llevo al consultorio médico. La enfermera no quiere
venir a curarlo por las malas condiciones que hay aquí, y él no puede
hacer tantas caminatas con esa pierna enferma. No tiene compasión con el
pobre viejo. A veces he tenido que buscar las medicinas para curarlo yo
misma. La gente me dice que me he echado tremenda carga arriba, pero si
no soy yo, entonces ¿quien se ocupará de él?"

Source: Las fiestas del viejo Carlos | Cubanet -
http://www.cubanet.org/actualidad/actualidad-destacados/las-fiestas-del-viejo-carlos/

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