El peligro de caminar La Habana
Las calles están destruidas, llenas de huecos, de muros, de amenazantes
alcantarillas. Ciegos, impedidos, ancianos, se arriesgan a partirse un hueso
jueves, julio 31, 2014 | Gladys Linares
LA HABANA, Cuba -Hace unos días caminaba por la calle 13 hasta el
quiosco de Rodríguez Fuentes, en Lawton, Diez de Octubre, y me encontré
con que estaban asfaltando la parte de calle, que conduce hasta la
unidad militar.
No era necesario ser un experto en construcciones para percibir la
desorganización y la mala calidad del trabajo. En 13 y San Francisco,
una rejillas del alcantarillado estaba mal colocada. Un hombre que
pasaba, le hizo el señalamiento al que parecía ser el jefe, y este, sin
inmutarse, le respondió: "No se preocupe, luego se pone en su lugar". De
aquello han pasado dos semanas, y la rejilla, ahora incrustada en el
asfalto, sigue erguida como una amenaza de hierro.
Como ya es costumbre, la chapucería se hizo presente. En las entrecalles
dejaron ondulaciones de asfalto que alcanzan un nivel considerable y son
un peligro para minusválidos y ancianos.
Un reportaje de la televisión cubana sobre la eliminación de las
barreras arquitectónicas presentó las rampas que se hicieron en la calle
23, por los alrededores de Coppelia. Pero no fue más que mera
propaganda. La indolencia es abrumadora cuando se trata de erradicar las
barreras arquitectónicas. Y el desinterés no es solo del gobierno,
también es de los ciudadanos, sin que se tomen medidas para evitarlo.
Por estos días me visitó mi amigo Santiago Alonso Pérez. La silla de
ruedas en que se transporta está en muy malas condiciones, amarrada con
alambres. Me comentó: "Las calles están destruidas, llenas de baches,
por eso la silla se me ha destartalado, y a la acera no hay por donde
subir. Lo mismo te encuentras en medio de ella un poste eléctrico que un
muro".
La despreocupación gubernamental por la seguridad de los minusválidos es
una realidad evidente. Pasa el tiempo, pero no se les hace más fácil a
estos transitar por la vía pública. ¿Quién ha visto un ciego caminar
nuestras calles? Temeroso, inseguro, porque desconoce con qué peligros
se va a encontrar.
Conversaba con un joven ciego, Luis Pedro Suárez Rodríguez, y me decía:
"Soy joven y no me siento disminuido por mi condición. Me gusta salir a
caminar. Sin embargo, a veces me he caído en huecos que antes no
estaban. Por suerte, no me ha pasado nada grave". Me explica que no
todos los ciegos saben usar el bastón. Que él aprendió en el Centro
Nacional de Rehabilitación para Adultos Ciegos, en Bejucal, pero que no
han dado más cursos porque este Centro lleva doce años cerrado por
reparación.
Los impedidos tienen derecho a que se consideren todas sus necesidades
para disfrutar de una vida normal y no ser excluidos de la sociedad.
Corresponde a todos, ciudadanos y gobierno hacer cumplir este precepto
incluido en la Declaración de los Derechos de los Impedidos proclamada
por las Naciones Unidas.
Sin embargo, cada día aparecen más barreras arquitectónicas. En cada
cuadra hay quienes se creen dueños de la vía pública. Así vemos que la
mayoría de las puertas de garajes que se construyen abren hacia afuera.
No son pocos quienes parquean sus carros en la acera, sin que les
importe obstruir el paso a los peatones. Otros, quizás obligados por la
necesidad, abren huecos y zanjas para drenar las aguas albañales de sus
casas. Una nueva modalidad para "ampliarse" es hacer los escalones de
entrada a las casas en las aceras. También hay quienes cercan los
parterres de manera tal que cortan el paso y obligan a los transeúntes a
salir a la calle.
Cada uno de estos actos constituye un peligro para los impedidos físicos
que viven en nuestro país, que no son pocos. Por solo citar un ejemplo,
según datos de la ANCI alrededor de 32 000 personas son invidentes. Lo
mismo puede decirse de los ancianos, que representan el 18 por ciento de
nuestra población, y que también resultan perjudicados por las barreras
arquitectónicas.
Source: El peligro de caminar La Habana | Cubanet -
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