Monday, May 30, 2011 | Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – Pese a lo que digan, la clase
política, desfasada hasta la fosilización, fue la vencedora del VI
Congreso del Partido Comunista. Lo de la cantera de dirigentes de una
nueva generación con otra óptica –con adecuado porcentaje de mujeres y
negros, para que no digan- es sólo paisaje.
Los dinosaurios siguen en el Comité Central porque todavía dicen la
última palabra, aunque sea apenas un balbuceo dogmático por encargo del
Jefe. Con mano temblorosa, luego de asegurar la talanquera del corral,
corren los pestillos y ponen la tranca a la puerta. Como si después de
ellos no fuera posible la vida.
Casi todo quedó aplazado hasta la conferencia nacional del Partido
Comunista que se celebrará a finales de enero del próximo año. Mientras,
hay permisos para trabajar por cuenta propia en lo que se pueda y te
dejen, abrir timbiriches si tienes con qué, comprar y vender tugurios,
almendrones y cacharros de la era soviética bajo sabrá Dios qué onerosas
condiciones que no acaban de explicar.
Pero la prensa que refleja nuestra realidad hacia el exterior refiere
que a partir del VI Congreso, los cambios van viento en popa y a toda
vela. Parecen hablar de un país distinto. Y en esto, más allá de la
tontería confabulada, hay tanto wishful thinking como complicidad.
Sólo el periodista Fernando Ravsberg, que es un caso incurable de
ciertas patologías que se adquieren cuando se es por demasiado tiempo
corresponsal acreditado ante el Centro de Prensa Internacional de La
Habana, puede esperar algo realmente positivo para los cubanos de los
300 y tantos Lineamientos modificados del VI Congreso.
Tal vez por eso, en vista de que él, en su blog de BBC Mundo se basta y
se pinta solo para fustigar a burócratas y corruptos, y defender a los
jubilados y recogedores de botellas plásticas y chatarra, a Ravsberg le
haya dado por sugerir que los disidentes cubanos, que ya no tienen de
qué quejarse, protesten ante la Sección de Intereses de Norteamericana
en La Habana contra el encarcelamiento ilegal de los islamistas en la
base de Guantánamo.
A Ravsberg le zumba el mango, pero no es el único. La mayoría de los
corresponsales extranjeros acreditados en Cuba de lo que más hablan en
sus reportes es del "florecimiento de los restaurantes privados en La
Habana". Como si no existieran inspectores chantajistas y trabas de todo
tipo. Como si las excepciones fueran la regla. Como si todos los dueños
de paladares tuvieran la suerte de los dueños de La Madriguera (donde
rodaron la película Fresa y Chocolate) o los parientes de cierto
ex-ministro destituido.
Entonces, ¿qué importa lo que digan los periodistas independientes, tan
hipercríticos y apasionados como nos reprochan ser, si sobre Cuba todo
lo que hay que decir y conviene escuchar lo dice la prensa internacional?
De ahí que a veces nos invada el desánimo. Sabemos que en nuestras
condiciones actuales, sin cifras oficiales fidedignas y con fuentes que
es probable se retracten en cuanto sientan el ruido de las motos de la
Seguridad del Estado, es muy difícil que podamos escribir el gran reportaje.
En realidad, no hay que ser tan pesimistas. Siempre hay temas que le
quedan demasiado anchos a los periodistas foráneos. Nos quedan las
historias de las jineteras y las chupa-chupa, los travestis que no han
sido engatusados por el Centro Nacional de Educación Sexual, los
habitantes de los barrios marginales de la periferia y los solares de
Centro Habana. Pero siempre habrá quien considere ficción esas historias
y opine que el novelista Pedro Juan Gutiérrez, en El Rey de La Habana,
lo hace mejor. Y entonces volverán a buscar en la prensa extranjera la
fábula del cuentapropista próspero, el dirigente reformista y el malvado
burócrata.
http://www.cubanet.org/articulos/lo-que-se-dice-y-lo-que-conviene/
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