Viernes 25 de Junio de 2010 09:04 Alberto Méndez Castelló, Guáimaro
La mesa más importante de Cuba iba a convertirse en un trasto empolvado
y la Carta Magna firmada sobre ella en letra muerta…
"¡No, eso es demasiado!", dijo el barbero, turulato ante la noticia, y
su navajazo estuvo a punto de degollar al zapatero remendón transformado
en correveidile.
Sucedió a inicios de la revolución.
"Pues sí, los del PSP [Partido Socialista Popular] lo andan diciendo.
Dicen que ya tienen el poder, que les entregaron la prensa, la radio y
la televisión", amartilló el remendón.
"Eso es propaganda contrarrevolucionaria de quienes dicen que Fidel es
como un melón, verde por fuera y rojo por dentro", masculló el barbero.
"Eso es mentira, Fidel Castro es un hombre sincero. Lo demás es
contrarrevolución".
"Pues por ahí dicen que es como un melón", remachó el zapatero,
sosteniendo el algodón sobre la cara cortada.
2010, frente al museo
Es lunes 7 de junio. El barbero y el remendón, ahora octogenarios,
conversan junto al enviado de DIARIO DE CUBA frente al museo cerrado de
Guáimaro. Aquí nadie se ha acordado de que se acaban de cumplir 70 años
de los cubanos ser dotados con una Constitución que los protegía como a
pocos ciudadanos de su tiempo.
"¿Quién me lo iba a decir?", murmura cabizbajo el barbero. "Yo te lo
dije", dice sin emoción el zapatero, mirando la ceiba que ha resistido
los embates del tiempo, sembrada por Salvador Cisneros Betancourt en
1902 para perpetuar la memoria de la Constitución de la República en
Armas, firmada en ese sitio el 10 de abril de 1869.
"Juan Cabrera Hernández, delegado por Camagüey, fue quien propuso que la
Constitución de 1940 fuera firmada aquí", dice el zapatero, "pero aquí
nadie se acuerda de eso".
"O no les conviene celebrarlo aunque lo recuerdan muy bien", corrige el
barbero.
"Los lunes el museo no abre", advierte el custodio.
Atisbando por entre las persianas, puede observarse una larga mesa y
cinco sillas de madera preciosa. Sobre la mesa hay una urna de cristal
y, dentro de ella, un documento amarillento. Al lado, un tintero. Sólo eso.
En Guáimaro, la cartelera cultural, expuesta frente a la Dirección
Municipal de Cultura, en la calle Martí Nº 39, anuncia dos eventos para
el 8 de junio: Letra Encantada, a las 9:30, promoción del libro Tú
delante, de Gladys Egües; y el Museo de la Historia, una muestra
numismática con monedas de la década del sesenta, a cargo de la
especialista Lourdes Lozano. Eso es todo.
"Esa mesa estuvo arrinconada como un depósito de papeles mucho tiempo",
asegura el barbero.
"Sobre la Constitución de 1940 aquí no se habla. Aquí vienen los 10 de
abril para conmemorar la de 1869", apunta un joven que llega a saludar a
los dos ancianos. "¿Usted no sabe que siendo Guáimaro una zona
históricamente ganadera, hasta el matadero fue trasladado para
Camagüey?", pregunta.
"Pero sólo un mes", corrige el zapatero. "Claro, ¿cómo no iban a hacer
fuerza para echarlo a funcionar otra vez aquí? ¿Dónde iban a resolver su
pedazo de carne los jefes y los policías y los mandamases? ¿En Camagüey?
Eso está muy lejos", agrega.
Entonces el joven hace la historia, según "Radio Bemba", de cuando el 10
de abril de 2004, poco después de ser declarado Roberto Fabelo hijo
ilustre de Guáimaro, el pintor se preguntó de qué vivía la gente del pueblo.
"¿De qué vivimos? Hombre, ¿no lo estaría mirando?", preguntan los
octogenarios.
"Mire, es cierto, antes de 1959 esto no andaba bien. No había
hospitales, es verdad, pero había carnicerías y menos políticos y menos
policías que todos los que hay hoy. ¿Usted no cree que con menos gente
haciendo política y menos policías tendríamos más carnicerías con carne
y comercios con comida, y así la gente tendría menos necesidad de
hospitales médicos y medicinas?", dice el barbero mirando al museo.
"Para eso lo único que tendríamos que hacer es poner en vigor la
Constitución firmada hace 70 años ahí".
"Pero si de ella nadie se acuerda", replica el joven.
Según dijo Armando Hart en Juventud Rebelde el 13 de septiembre de 2009,
"Cuba posee una rica tradición jurídica no siempre divulgada y estudiada
como merece". Refiriéndose al venidero 70 aniversario de la aprobación
de la Constitución de 1940, "una de las más progresistas de su tiempo",
mencionaba el doctor Hart que aquella carta magna disponía la abolición
del latifundio, tarea sólo conseguida con la Ley de Reforma Agraria.
"El latifundio, sea de un hombre o del Estado, latifundio es", dice el
barbero. "¿Qué producen las miles de caballerías expropiadas por el
Estado a los latifundistas y que ahora están llenas de marabú? El 'Plan
Rectángulo', organizado por Fidel en Palo Quemado, tiene miles de
caballerías de tierra, pero pregúntese con cuántas cabezas de ganado. En
esta zona había 23 familias con fábricas artesanales de crema de leche,
pero 'llegó el comandante y mandó a parar'. El Estado hizo una fábrica,
y ¿qué produce?".
"Yo le voy a decir algo, ahora está de moda ese asunto de virarse para
la tierra, ¿usted cree que alguien puede virarse para algún lado si no
ve? La luz de cualquier país es su Constitución, su ley primera. Compare
la que tenemos hoy con la de 1940 y ya verá cuál es la de la luz y cuál
la de la oscuridad. ¿Qué aquella no se aplicó? Correcto, pero se luchó
para eso, para aplicarla, no para eliminarla. Antes de mirar a otra
parte, los cubanos debemos mirar a nuestra Constitución, a la de 1940,
por la que tanta gente luchó y murió en este país, esa que está ahí en
esa mesa como un objeto de museo. Por eso yo me asusté y corté a este
hombre con mi navaja, hace ya tantos años, mientras lo afeitaba. Porque
me dio miedo que todos los cubanos terminaran como lo que somos, un
objeto de museo", dice el barbero mientras el zapatero mira hacia el
museo rozándose con la mano la cicatriz de la mejilla izquierda.
http://www.diariodecuba.net/cuba/81-cuba/2156-objetos-de-museo.html
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