miércoles, julio 05, 2017

Y qué hay con los valores?

¿Y qué hay con los valores?
4 Julio, 2017 5:13 pm por Luis Cino Àlvarez

Arroyo Naranjo, La Habana, Luis Cino, (PD) En Cuba, luego del triunfo de
la revolución, los valores se largaron. Se los llevaron con ellos los
burgueses, cuando se lo confiscaron todo y los echaron a patadas de sus
propiedades, de sus casas y del país.

Los vencedores se quedaron con todo, excepto con los valores de los
vencidos. No les interesaban, les repugnaban y parecían obsoletos los
usos y costumbres de la clase social derrotada.

Los jefes revolucionarios, que presumían de su falta de distinción,
creyeron que para que una sociedad funcionara bastaba la voluntad, las
armas, las consignas, los aplausos y unas cuantas leyes que beneficiaran
a los paupérrimos.

Pero la solución que usaron con los centrales azucareros y las fábricas
resultó imposible aplicarla en el caso de los valores, que no se
pudieron sustituir con piezas importadas de la Unión Soviética.

Los valores no eran burgueses, eran simplemente eso: valores. Ahora es
imposible traerlos de vuelta con apellidos –revolucionarios,
proletarios, socialistas- que no funcionan, y menos a fuerza de multas y
decretos.

Escucho los regaños de los mandamases a este pueblo chusma e
indisciplinado y me pregunto cómo rayos se las arreglarán para meternos
en cintura y adecentarnos luego que casi todo –excepto la represión- se
les ha ido de la mano. Más fácil les será instaurar el capitalismo de
estado y partido único que se proponen que conseguir el regreso de los
valores y las buenas costumbres por las que ahora claman.

No debe interesarles mucho el adecentamiento, es solo para que no demos
tan mala imagen. Lo que realmente buscaban, convertir a este pueblo en
una masa abyecta y sumisa, eso lo consiguieron con resultados
sobresalientes.

Últimamente, de mala gana y repitiendo el mantra en el que ya nadie cree
de que la revolución es por y para los humildes y no los dejará
abandonados, se empieza a reconocer oficialmente –porque ya no se puede
ocultar la brecha, es demasiado evidente- el ahondamiento de las
diferencias sociales.

A menudo, periodistas oficialistas e intelectuales orgánicos del régimen
lamentan que sean los pobres diablos con un poco de dinero a los que
llaman "nuevos ricos" los que dicten las pautas estéticas y éticas de la
sociedad cubana.

¿Acaso nos iba mejor y éramos mejores personas cuando comíamos y
vestíamos por la libreta, vivíamos como se podía de un salario, no
decíamos ni ji y era solo la elite gobernante, la que disponía de
privilegios insultantes que disimulaba detrás de las rejas de sus
mansiones climatizadas, sus villas de recreo y sus cotos de caza, la que
dictaba esas pautas?

En esta nave sin rumbo que es la sociedad cubana en los tiempos del
pos-fidelismo, se enfrenta a la cultura oficial, artificial y traída por
los pelos, a la cultura de la Coca-Cola y la cultura de la chispa de
tren. Y con tantas culturas enfrentadas, ha triunfado la incultura.

Se impusieron el mal gusto, la marginalidad y la chabacanería. ¡Pobre
del que sea medianamente digno y decente, tenga dos dedos de frente y se
atreva a pensar con su cabeza! Si no se adapta a vivir en la cochambre,
perecerá. Así de simple.

Después del Período Especial, sin que se produjera la caída del régimen
socialista, se entronizaron en nuestra sociedad los males que usualmente
se le achacan al capitalismo salvaje: el culto al dinero, el egoísmo, la
falta de solidaridad.

La sociedad cubana se hizo más cruel. Por partida doble. A la crueldad
inherente a las dictaduras se sumó la crueldad del dinero. ¡Ay de los
que no tengan! Con ellos serán todos los infortunios.

La pacotilla, la vulgaridad y el egoísmo se han impuesto. Se agotó la
solidaridad de la que presumíamos. Si lo poquísimo que hay no alcanza y
cada vez es menos y más caro, ¿con qué vamos a ser solidarios?

Es el sálvese el que pueda, y que cada cual se las arregle… Y se las
arreglan. Hoy, los triunfadores de este torneo que se nos ha vuelto la
vida, además de los privilegiados de la elite, son los dueños de
timbiriches y paladares, los que alquilan habitaciones a turistas, los
tarimeros que ponen en las nubes los precios de los frijoles y las
viandas y que no fían hoy ni mañana tampoco, los desmerengados que
chulean a sus parientes de Miami de los que antes no querían saber
porque así lo orientaba el Partido, los funcionarios e inspectores
chantajistas que se dejan sobornar, los policías convertidos en
proxenetas, los luchadores que ya no son ladrones, las jineteras, que ya
no son putas porque en sus afanes por un marido extranjero y una visa de
donde sea, también pasaron a ser luchadoras…

Los mandamases castristas, por mucho que regañen, multen y castiguen, no
hallarán el antídoto contra la pudrición. Tampoco lograrán recuperar los
valores perdidos. Aquellas aguas revolucionarias trajeron este espeso y
maloliente fango de la post-revolución.

luicino2012@gmail.com; Luis Cino

Source: ¿Y qué hay con los valores? | Primavera Digital -
https://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/y-que-hay-con-los-valores/

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