sábado, julio 01, 2017

Venezuela y Cuba, un matrimonio con dolores de cabeza

Venezuela y Cuba, un matrimonio con dolores de cabeza
El chavismo ha perdido totalmente el rumbo. La Habana tiene la llave
para frenar la descomposición del régimen. Pero pesan viejas internas y
necesidades políticas.
Marcelo Cantelmi

Revolución Cubana
"Las cosas revelan su verdadera índole al final de sus días" Walter Benjamin

El mayor problema en torno a la crisis de Venezuela es Cuba. No lo es
así en el sentido que se cita con frecuencia respecto a un alineamiento
automático y nítido entre esos dos países que configuran una alianza que
ha tenido más dificultades de lo que supone o se sabe. O la noción más
arriesgada de que es La Habana la que dirige la pesadilla chavista. La
idea del problema cubano en la realidad venezolana se establece en una
dimensión por encima de esas miradas donde conviven tensiones y
movimientos anárquicos fuera de cualquier dirección. Para la isla
antillana, que reconoce su propio destino en problemas, implica la
confrontación con un asociado que se va desmarcando hasta límites de
incomodidad tanto por el dato realista de que no es imitable hoy el
régimen que hizo posible la revolución cubana -ni siquiera para los
cubanos-; como también por la deriva, mucho menos ideológica que
puramente corsaria, que rige al modelo venezolano.

Con la historia es posible hacer muchas cosas menos negar su dinámica.
La isla comunista esta pujando por coexistir con una apertura
capitalista tutelada, al estilo de Vietnam o China, arrastrada por una
crisis que si no se la identifica con claridad será la lapida del
proyecto y sus tripulantes. La gerontocracia cubana en ese sentido ha
probado que no es estática y entiende de precipicios. No sucede lo mismo
con su socio caribeño.

El vínculo de La Habana con Caracas está mediado por esa crisis. La
Venezuela de Hugo Chávez proporcionó con su herramienta de Petrocaribe
una ayuda económica espectacular a la isla que relevó y emuló en
proporción a la que le brindó la Unión Soviética. Lo hizo con el envío
diario de 100 mil barriles de petróleo que el régimen comunista
utilizaba en parte y vendía el remanente.

El doble desastre venezolano de la caída en picado del precio del crudo
y la ineficiencia espectacular de la gestión administrativa que desplomó
a la petrolera estatal pese a las extraordinarias reservas del país,
obligó a reducir sensiblemente esa ayuda. Hoy se cifra en menos de la
mitad de lo que era en el auge chavista. Esta es una de las razones,
junto con la convicción de que no existe salida posible para Venezuela,
lo que llevó a Cuba a buscar una negociación histórica con EE.UU. que
rompiera décadas de aislamiento para obtener inversiones urgentes y
cruciales.

Es interesante notar aquí que la ayuda venezolana tenía un propósito más
complejo que el proclamado auxilio al aliado. Esa potente presencia
configuraba un muro desde la perspectiva chavista a los enamoramientos
de los aperturistas cubanos, Raúl Castro particularmente, con la noción
de que las rigideces del modelo de la revolución debían admitir formas
más pragmáticas. El líder bolivariano se ocupó claramente de sostener el
status quo recortando la autonomía de estos aperturistas mano a mano con
los conservadores por medio de esos fondos.

No es extraño que en la historia de la alianza entre ambos países
aparecieran en Caracas con frecuencia personajes peculiares del poder
cubano como Ramiro Valdéz, un dirigente histórico, resistente a los
cambios y distante de cualquier acercamiento con EE.UU., o cambio de
modelo incluso en el molde de los "primos" comunistas asiáticos. Este
hombre que llego a detentar cargos públicos en la Venezuela de Chávez,
sostenía una muy compleja relación con Raúl Castro, a quien le torpedeó
a lo largo de la historia parte de sus protegidos, algunos de ellos de
marcada prosapia revolucionaria.

La crisis económica en ambos países y la mundial, desarmó a puro
realismo todo ese tinglado de internas. Es así que aun con las decisión
de Donald Trump de atacar el deshielo con la isla, un paso que
fortaleció a los halcones, Venezuela continua siendo y en proceso
agravado, una piedra en el camino futuro de Cuba que ya no puede volver
atrás.

A su vez, el plano inclinado de la descomposición del régimen chavista
se acelera por el dato sencillo de las necesidades no cubiertas de la
población. No es solo la garra de la inflación que este año alcanzaría
1.600%. La violencia se ha enseñoreado en el "paraíso" venezolano con
una tasa nacional de asesinatos de 91,8 sobre 100 mil habitantes que en
Caracas se eleva a 130/100.000. Como referencia, solo observar que en
México, con su historia de guerra entre bandas narcos, el nivel es 17
sobre 100 mil. La gente que gana un básico mensual de US$24 esta
expuesta a enfermedades como tuberculosis, malaria o difteria que
regresan por la ausencia de medicinas y asistencia púbica.

Quienes protestan en la calle lo hacen impulsados por este drama
cotidiano. Esa batalla alimenta una conciencia colectiva libertaria
cargada de la misma épica que marcaron las luchas contra las dictaduras
militares en los' 70 o contra el tirano Fulgencio Batista en Cuba o
Tacho y Tachito Somoza en Nicaragua. Todo el escenario es ya un fangal
ideológico para los patrocinadores del chavismo atenazados por la
amenaza de la repetición del reivindicado caracazo de 1989 contra los
ajustes del FMI. Para complicar aún más su imagen y aguar el discurso
revolucionario, entre brumas y silencios el régimen acaba de acordar con
Goldman Sachs la venta de US$ 2.800 millones en bonos garantizados por
la petrolera PDVSA a un precio de US$895 millones: irrisorios 31
centavos por dólar.

Sin salida, el gobierno de Nicolás Maduro se ha endurecido y esta semana
generó un zarpazo adicional sobre los focos cuestionadores del régimen,
en particular la fiscal general Luisa Ortega Diaz. A esta chavista
cerril que avaló la condena contra el preso político Leopoldo López,
ahora enardecida con el régimen, le prohibieron salir del país y le
decretaron una competencia de sus funciones con el defensor del pueblo,
de verticalidad total con la nomenclatura . Son pasos previos a la toma
total del poder con el atajo de la reforma constitucional que tendrá
efecto a partir de la votación de los constituyentes del 31 de julio.

Desde ese día todos los organismos del Estado, incluyendo al Parlamento
de mayoría opositora, quedarán en un limbo y Venezuela devendrá en una
autocracia sin dobleces. Es una expresión de fuerza pero no de
autoridad, una contradicción que Max Weber observó con agudeza al
definir que la dominación legítima rige cuando la autoridad es
reconocida y aceptada. Sin esa dominación el poder se mantiene por la
vía de la coerción sobre los individuos para persuadirlos de que carecen
de poder propio y por lo tanto necesitan de quien haga las cosas por ellos.

Cuando ese vínculo siniestro, típico de las autocracias, se deteriora
cae la colaboración de los que obedecen y las resistencias se
multiplican. Vacío de autoridad el poder apela entones a un mayor
hostigamiento para aferrarse al mando. Es lo que ocurre hoy en Venezuela
con la rebelión popular y la masacre represiva, un fenómeno que el
régimen intensificó con el relevo reciente de los jefes militares por
figuras muchos más inclementes.

La realidad prueba que no hay salida para estas crisis, más allá de lo
que puedan extenderse. Cuba puede operar para modificar el escenario
antes de que sus consecuencias se tornen inmanejables, pero está
atrapada por sus propias tensiones internas en las que la cuestión
venezolana define también los rumbos futuros de la isla. El régimen
castrista renueva el año que viene sus autoridades políticas y hasta
entonces la puja ente las dos veredas se acelerará hasta determinarse la
profundidad de ese cambio que, se verá hasta qué punto, correrá del
poder al hermano menor de Fidel. En esa línea, el abismo venezolano es
una baza para los enemigos del deshielo. El mismo resultado que alienta
a los anticastristas de Florida que impulsaron a Trump a entrecerrar esa
puerta histórica.

Source: Venezuela y Cuba, un matrimonio con dolores de cabeza -
https://www.clarin.com/mundo/venezuela-cuba-matrimonio-dolores-cabeza_0_rye_TLEVW.html

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