El podólogo Serafín Barca, uno de los últimos que ejercen privadamente
en la Isla
AGENCIAS | La Habana | 4 de Julio de 2017 - 14:53 CEST.
Serafín Barca se puso una bata con su nombre bordado en azul en un
bolsillo y abrió su consultorio de podología en un popular barrio de La
Habana. Por un dólar pasó más de media hora cortando callos y tratando
una verruga plantar.
El hombre de 80 años sonriente, delgado y con la espalda erguida es uno
de los últimos especialistas en alguna rama de la salud que tiene un
consultorio privado autorizado en Cuba, donde desde comienzos de los 60
se prohibió el ejercicio particular en el sector.
"Uno trabaja con más calidad. Si viene un paciente y lo tratas mal y no
regresa, te quedas sin él", dijo Barca a la AP sobre su trabajo como
particular.
Es inusual ver en Cuba un consultorio privado de alguna especialidad
médica tras la llegada al poder de Fidel Castro. Muchos galenos
abandonaron entonces el país al punto de que solo quedaron unos 5.000.
Sin embargo, una resolución de 1963 permitió mantener sus despachos
particulares a todos los médicos y especialistas de salud que se
hubieran recibido hasta ese año.
Se desconoce cuántos de ellos siguen atendiendo, pero se estima que son
apenas un puñado.
Algunas personas creen que la práctica privada daría más opciones y
mejoraría el servicio de salud al aliviar la carga al Estado, que podría
concentrarse en las cirugías y tratamientos complejos que requieren
mayor tecnología.
Muchos también se quejan de que la calidad del servicio de salud, sobre
todo tras el sostenido envío de médicos a lugares como Venezuela y Brasil.
Miles de estos profesionales han abandonado estas misiones, huyendo de
la miseria y jornadas abusivas a que son sometidos y en la búsqueda de
mejores salarios y condiciones tanto laborales como de vida.
La venta de servicios profesionales, fundamentalmente médicos, es la
principal fuente de divisas del Gobierno cubano. Según el exministro de
Economía José Luis Rodríguez, esa actividad aportó "un estimado
de 11.543 millones de dólares como promedio anual entre 2011 y 2015".
Aunque otras fuentes consideran la cifra exagerada, lo que se embolsa La
Habana es sin dudas una suma elevada. El régimen se queda con hasta el
75% de los salarios que pagan los países de destino por los
profesionales de la Isla.
Hasta ahora no hay señales de que las autoridades de la Isla planeen una
apertura al sector privado para un sector que consideran estratégico.
"Tengo necesidad de atender mis pies. Podría ir al policlínico, pero las
veces que fui... ellos dicen que no tienen materiales", dijo a la
agencia norteamericana, una jubilada de 72 años que visita a Barca desde
hace más de una década. "Pudiera existir (la consulta privada) para
optometristas, fisioterapia y otros. El Estado tendría un alivio para
ocuparse de lo más complicado".
Para Mayra Hernández, quien vive a varios kilómetros del consultorio
decorado con títulos y reconocimientos enmarcados junto a una foto de
Ernesto Che Guevara, ver a Barca es una necesidad que vale la pena el
sacrificio del viaje y el pago de los honorarios.
"Este es el mejor podólogo de la ciudad de La Habana y de toda Cuba. Hay
el servicio (en los hospitales estatales), pero no tienen la calidad ",
explicó la trabajadora de un hotel de 55 años y recordó que una vez en
un centro estatal de salud "salió el especialista y dijo 'tengo cinco
bisturís y nada más'".
Raúl Castro inició en los últimos años una serie de tímidas reformas que
permitió la iniciativa privada para rubros que van desde las cafeterías
hasta la albañilería y las cooperativas de peluqueros o transporte. Pero
los profesionales como los ingenieros, abogados o arquitectos siguen sin
poder trabajar de manera particular.
El servicio de salud estatal cubano contempla desde la atención de un
podólogo hasta complejas cirugías neurológicas y trasplantes de órganos,
pero los paciente se quejan de la mala atención que muchas veces
reciben, de la escasez de medicamentos y otros insumos médicos y del mal
estado de las instalaciones.
El Gobierno, por su parte, ha lanzado campañas para hacer saber a la
población el "servicio de salud es gratuito, pero cuesta". En la
televisión se transmiten publicidades y algunos pacientes recibieron
facturas simbólicas luego de realizarse alguna intervención.
Por lo pronto Barca tiene tantos pacientes como puede tomar y su
consultorio está siempre repleto.
"A mí me gusta mi profesión. La vista la tengo bien y el pulso también",
dijo en su pequeño salón con un sillón reclinable y muebles con gavetas
que parecen de los años 50 cubiertos de bisturíes y cremas, muchas de
las cuales trajo de sus viajes al exterior donde viven sus dos hijos.
Barca atiende cuatro días a la semana durante siete horas y los turnos
son tan solicitados que debe rechazar pacientes hasta que alguno se dé
de baja.
El especialista tenía 23 años cuando Fidel Castro llegó al poder. Aunque
había trabajado desde que era un adolescente en diferentes rubros, el
hallazgo de su profesión fue casual: ese 1959 pasó frente a un mural que
convocaba a jóvenes a formarse como "quiropedistas", como se denominaba
entonces a la especialidad.
"Egresé precisamente en el 63, el Estado estaba dando locales y yo
solicité este mismo que usted ve", comentó el podólogo que vive detrás
del consultorio. "A todos los que tenían consulta privada los dejaron
trabajar hasta que se jubilaran o murieran. Aquí estaré hasta que me
muera", señaló.
Source: El podólogo Serafín Barca, uno de los últimos que ejercen
privadamente en la Isla | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1499172786_32338.html
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