lunes, junio 05, 2017

No, usted no tiene derecho a opinar

No, usted no tiene derecho a opinar
JOSÉ AZEL, Miami | 05/06/2017

El título de esta columna de opinión puede parecer un despropósito, pero
mi intención es llamar la atención.

Nuestras convicciones democráticas y la libertad de expresión nos llevan
a proclamar que tenemos un indiscutible derecho a opinar. Sin embargo,
esa expresión encarna una falacia lógica con la cual se desacredita
cualquier oposición reclamando un derecho. Cuando afirmamos la
existencia de un derecho a opinar, no necesitamos tener que ofrecer
alguna justificación por nuestra opinión. Tenemos derecho; punto. Eso es
todo; no hay que discutir más. Peor aun, si tengo derecho, es
irrelevante si lo que digo es cierto o falso.

Las opiniones tienen un alto grado de subjetividad e incertidumbre y,
según los filósofos, no tenemos derecho a opinar, solamente a expresar
lo que podemos defender. Tenemos derecho a elaborar y defender un
argumento. Ofrecer una opinión nos impone una enorme responsabilidad de
cuestionar nuestros procesos de ideas y de quedar abiertos a la
posibilidad de estar equivocados. Esos elementos a menudo escasean en
muchas opiniones, incluyendo algunas presentadas en páginas de opinión.

No hablo de opiniones sobre preferencias, gustos o apreciaciones basadas
en algún conocimiento técnico. No necesitamos discutir la preferencia
por el helado de vainilla o chocolate, y dada mi ignorancia en el tema,
no discutiré sobre física nuclear. Me refiero básicamente a opiniones
sociopolíticas cuando pretendemos saber lo que no sabemos.

Si por "todo el mundo tiene derecho a su propia opinión" expresamos
solamente que las personas pueden decir lo que deseen, la frase es una
evidente y aburrida declaración, al menos en un entorno democrático. Sin
embargo, si con ese señalamiento queremos decir, como se hace a menudo,
que las opiniones de cada persona deben considerarse como iguales
contendientes por la verdad, entonces el señalamiento es claramente
falso. La verdad no es relativa, no es cuestión de opinión. Algo no
puede ser cierto para una persona e incierto para otra.

Tendemos a confundir nuestro derecho democrático a tener opiniones con
la idea de que todas las opiniones tienen igual valor. No es así.
Algunas soluciones son mejores que otras. El hecho de que alguien crea
algo no lo convierte en verdad. Una creencia no puede ser su propia
justificación. Las creencias no pueden ser inmunes a la investigación
crítica declarándolas un derecho. Alguien tiene que estar equivocado.

Los nazis no tenían derecho a opinar que los judíos eran subhumanos y
debían ser exterminados. Es responsabilidad nuestra buscar y adquirir
creencias verdaderas y rechazar las falsas. También lo es negar el
indolente relativismo moral de que todas las opiniones tienen el mismo
valor.

Nuestras opiniones deben basarse en pruebas o en buenos argumentos que
buscan la verdad. No estamos obligados a aceptar las mentiras de alguien
bajo el criterio de que es cierto para él o ella. El término truthiness,
acuñado en EE UU por el comediante Stephen Colbert, quiere expresar la
idea de que "cada uno tiene derecho a su opinión". Ese concepto se
refiere a la verdad que alguien conoce intuitivamente porque la siente
correcta, pero desprecia evidencia, lógica, examen o hechos.
Lamentablemente, muchos de nuestros reclamos de conocimiento
sociopolítico caen en la categoría de truthiness.

Devenimos también en víctimas de wikiality, otro término de Colbert,
que hace referencia a que si suficientes personas coinciden con una
opinión, ésta se convierte en verdad. Wikiality, que mezcla las palabras
Wikipedia y reality (realidad), moldea la verdad por consenso o
relativismo cultural.

Las exposiciones en el popular sitio enciclopédico Wikipedia se diseñan
para ser aceptadas por voto mayoritario. Como cualquiera puede editar
Wikipedia (sin embargo, un equipo de editores responsables tiene que
validar las entradas), entonces cualquiera puede editar la verdad y, si
suficientes personas concuerdan con una edición, se convierte en una
nueva verdad consensuada.

Más que cotorrear indiscriminadamente que tenemos derecho a nuestras
opiniones, quizás deberíamos, al estilo Colbert, reajustar la frase para
decir que "todo el mundo tiene derecho a ignorar nuestras opiniones".
Quizás entonces comenzaremos a tomar seriamente nuestras
responsabilidades filosóficas y ofrecer opiniones más razonadas.

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Nota de la Redacción: El Dr. José Azel es Investigador Senior en el
Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de
Miami; su último libro es Reflexiones sobre la libertad.

Source: No, usted no tiene derecho a opinar -
http://www.14ymedio.com/blogs/cajon_de_sastre/usted-derecho-opinar_7_2230646914.html

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