martes, mayo 30, 2017

El castrismo propaga la neofilia

El castrismo propaga la neofilia
JOSÉ PRATS SARIOL | Miami | 29 de Mayo de 2017 - 11:43 CEST.

La gerontocracia —los vejestorios guerrilleros— que aún tiene el poder
en Cuba ha creado la paradoja: nunca se ha exaltado más a los jóvenes, a
lo nuevo, en nuestro archipiélago. Mientras que nunca antes hemos sido
gobernados por una camarilla de ancianos nada venerables.

La aparente contradicción es fácil de explicar. Vejez en Cuba es
sinónimo de obsolescencia. También de fanatismos y prejuicios, de
aferrarse al pasado. Representa tangiblemente el fracaso, la ruina
espiritual y económica del país hacia un despertar que, lógicamente,
rechaza todo lo que huela a ancianidad. Jóvenes y menores de 65 años no
quieren mirar hacia la tercera edad —algunos especímenes ya están en la
cuarta— porque padecen la terrible certeza —por supuesto que injusta
cuando generaliza— de que son ellos los culpables del desastre.

Y por lo común lo son. El naufragio moral —hipocresía, corrupción...—,
unido a la pobreza que ya hoy no puede atribuirse a factores externos
—imperialismo, desmerengamiento del comunismo...— o a escasez de
riquezas naturales, da en el blanco. Le da en la cabeza a Raúl Castro,
Machado Ventura, Ramiro Valdés y el grupito de generales dueños de la
finca que les dejara Fidel Castro.

Hasta la mayoría de sus hijos y nietos solapadamente esperan por el
"factor biológico": la cremación con boleto para el reparto Boca Arriba.
"Todo el poder a los jóvenes", parece parodiar la conocida frase de los
soviets.

Pero esta lógica reacción tiene su costado negativo. Porque por supuesto
que la neofilia es un fenómeno mundial, que mucho debe a campañas
mediáticas vinculadas al comercio, a expandir necesidades falsas y
propiciar lo que el pensador francés Gilles Lipovetsky llama La era del
vacío y, en su libro más conocido, El imperio de lo efímero.

¿Entonces? Castro expande la neofilia por antítesis. Los viejos cubanos
somos culpables hasta que no demostremos, uno a uno, la inocencia. Y en
ese saco justiciero no dejan de entrar —por cierto— muchos de los hoy
ancianos del llamado "exilio histórico", con un buen grupo culpable de
esperar que Washington se encargara de que las cosas volvieran a su sitio.

Al sumar los años transcurridos desde el nefasto 10 de marzo de 1952,
tenemos enfrente a un señor que ya entró en la tercera edad, que inspira
una vergüenza sin límites, similar a la que Cuba suscitaba en el siglo
XIX cuando tardó y tardó en independizarse de España. De ese
Frankenstein tropical solo se respeta su astucia. Solo se teme su falta
de escrúpulos. Solo se comenta en voz baja...

Sinónimo de detenimiento —rima con empecinamiento y anquilosamiento—,
cuando cese su mandato se consolidará con más fuerza que en ningún otro
país un irrefrenable culto al joven y a lo nuevo. También con la ayuda
de una población a la que los bajísimos índices de natalidad ha
envejecido, ha hecho más dependiente de la fuerza juvenil, hasta el
punto de que los economistas todavía no saben de qué forma se podrá
mantener a tanto jubilado.

Será tajante —quizás ya lo sea en determinados sectores como el de las
ciencias sociales y la cultura literaria y artística— contra lo que
tenga más de 35 años, frontera de la juventud y pase a la madurez. Una
bibliografía o una canción, una crónica o un cuadro, con más edad de ese
borde, de inmediato tendrá la sospecha de arcaico.

Los adelantos de los septuagenarios y octogenarios cagalitrosos son
elocuentes. Para los nuevos dirigentes sin pedigrí histórico, se
establece como edad límite para entrar al Comité Central del Partido la
de 60 años. Y 70 años para cargos de dirección. El castrismo se disfraza
de neofílico. Otro fraude de una cadena llena de estafas, bluffs, trampas...

La neofilia —bandazo lógico— consolida su poder en Cuba con la
simplicidad de la ignorancia que lo mete todo en el mismo saco. Ya es
así. Presente sin futuro, no distingue. En un segundo nadie distingue, y
la rapidez es su signo. Miope, pero sobre todo con la analfabeta ilusión
de que todo lo viejo es anticuado, de que lo nuevo tiene que ser bueno.


El castrismo, por antítesis, propaga la neofilia. Otro fraude.

Source: El castrismo propaga la neofilia | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1495724706_31389.html

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