Reliquias religiosas para la revolución
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ | Miami | 27 de Abril de 2017 - 09:56 CEST.
Hace solo unos meses un profesor de Villa Clara se hizo tristemente
famoso por abrir un Museo de la Tortura en una escuela. Una iniciativa
que además de cruel, lleva el inconfundible tufillo de la guataquería
más intransigente. Ahora quien le sube la parada en la misma provincia
es el propio sindicato de trabajadores haciendo pasar por los centros
laborales tres boinas de Ernesto "Che" Guevara a modo de reliquia ante
la cual debe hacerse un juramento de fidelidad y cumplimiento. Por
supuesto, los lectores de DDC en número no despreciable, han comentado
que al inicio pensaron que era un chiste. Pero quien lo dude, puede
leerlo en la prensa oficialista cubana.
¿Qué pasa en la antigua provincia de Las Villas? ¿Cómo una de las
regiones más anticomunistas de Cuba, en cuyas montañas se desató una
verdadera guerra civil con cientos de muertos y desplazados, es la cuna
de semejantes delirios? ¿Se estará gestando una nueva camada de
oportunistas cuyos fines todos conocemos? ¿O no hay suficientes
asesores de imagen para detener la superchería, el mal gusto, el
ridículo? ¿Se confirma que el castrismo no es más que una religión
pagana, tan necesitada de santos, reliquias, homilías y veneraciones
como cualquier otra?
El pueblo cubano en su inmensa mayoría no puede darse cuenta de los
muchísimos puntos de contacto entre las religiones, en específico la
católica, y la llamada revolución cubana o cualquier otro tipo de
totalitarismo con aspiraciones milenaristas. La historia oficial ha sido
construida de manera que José Martí quede como Juan el Bautista, quien
anuncia a Fidel Castro como el Mesías, Jesucristo —"Te lo prometió Martí
y Fidel te lo cumplió"—. La verdadera y única liberación del pueblo
comenzó el primero de enero. El año cero. Hacia detrás todo fue
oscuridad, ignominia. Todo lo demás son accidentes, incluidos algunos
profetas cuyo único mérito fue anunciar y preparar la venida del
Salvador de Cuba.
Los héroes y mártires de la revolución son santos. Fueron hombres y
mujeres de pasado irreprochable. Ninguno fue mal hijo, mal estudiante,
mal padre o esposo. Y las fábricas, las escuelas, los jardines de la
infancia deben llevar sus nombres, atesorar sus reliquias. Una provincia
fue renombrada como el yate que, como el humilde burro de la narrativa
evangélica, llevó a Jesús en su entrada triunfal a la podrida Jerusalén.
Las procesiones han sido sustituidas por marchas como la del Primero de
Mayo. Las fiestas parroquiales y las verbenas por las caldosas de los
CDR y las pipas de ron y cerveza en los municipios vanguardias. Las
peregrinaciones, por subidas al Pico Turquino, y caminatas al nuevo
Belén, relocalizado en la finca de Birán.
Las palabras y acciones del Máximo Líder son sagradas, no admiten
discusión y sí mucho estudio, al punto de conformar toda una institución
para darle rango de filosofía teológica, de cátedra epistemológica. Un
recurso muy usado cuando en una discusión cuando se lleva la de perder
es citar, al estilo bíblico, una frase dicha por el Máximo Líder: "Esto
lo dijo Él". Porque como aleyas o versículos, por toda la geografía
insular hay carteles, vallas, grafitis, lumínicos que toman frases suyas
cual referencias incuestionables, palabras divinas. El nuevo liderazgo
insular es apostólico en el sentido estricto de su misión: mantener y
esparcir la evangelización revolucionaria en la Isla y por el mundo
capitalista corrompido, deshumanizado.
Teniendo en cuenta más de medio siglo de religión terrenal, ¿por qué no
entender y perdonar el gesto tracataneril de pasar una reliquia por cada
fábrica o taller? Si las iglesias católicas envían a las casas de los
feligreses imágenes de santas y santos para orarle y ser veneradas, ¿qué
de malo tiene mandar una sencilla gorra para que los nuevos feligreses
se comprometan a ser más fieles?
La curiosidad no radica en el hecho de la veneración de la reliquia
revolucionaria ni en la huella místico-religiosa, fácilmente detectable
en la revolución cubana. Lo interesante es la falta de creatividad hoy
día, la incapacidad para reinventarse y la apelación, cada vez más
frecuente, al discurso místico-contemplativo. Lo interesante es la
ausencia de un genuino pensamiento revolucionario, inspirador, y la
necesidad de apostarle al pasado como divinidad para sostener un
presente indefendible y anunciar un futuro cada día más incierto.
Source: Reliquias religiosas para la revolución | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1493242431_30672.html
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