lunes, diciembre 05, 2016

Rechazo generalizado y un compartido manto de olvido

Rechazo generalizado y un compartido manto de olvido
29 noviembre, 2016 7:29 pm por Juan Gonzalez Febles

Lawton, La Habana, Juan González, (PD) Según la información oficial,
Fidel Castro murió en horas de la noche del viernes 25 de noviembre de
2016. Se comenta la "coincidencia" de que un 25 de noviembre de 1956 y
también en horas de la noche, salió de Tuxpan, México, el yate Granma,
con sus 82 expedicionarios, hacia su naufragio en las costas cubanas, el
2 de diciembre de ese año 1956.

Para algunos por acá, la fecha ha quedado para marcar referencias y
asociaciones de partidas sin regreso, destinos fallidos, naufragios y
fracasos.

Cuba adentro mostró un panorama compartido y generalizado de
indiferencia. Así fue por una parte, pero por otra, se impuso el miedo
que se transpira y respira en la sociedad cubana.

Más allá de las demostraciones y expresiones orquestadas por la élite y
su monstruoso aparato propagandístico, siempre a la vera del entramado
represivo, la indiferencia reinó en el espacio llenado por el miedo.

En ómnibus del transporte público y esquinas al azar, algunos escucharon
reguetón desde sus teléfonos móviles. En los hogares y espacios privados
se escuchó música con volumen atenuado y ventanas cerradas. La
programación clandestina del paquete y el resto de la cíber-oferta
alternativa reina durante el luto impuesto por nueve días.

Ciertamente, nadie ha querido señalarse con una sonrisa o un estado de
ánimo en contradicción con la proyección y mandato oficial de luto
obligado y culto desmesurado a su personalidad. Pero esto no es nada
nuevo en el mundo. Se trata de una versión caribeña del "luto y el
dolor" proyectado en su momento, cuando salieron felizmente de la
escena, Stalin, Mao y los Kim de Corea del Norte que ya lo hicieron.

No es nada nuevo, en su momento y en medio de similar tristeza dirigida,
transcurrieron los funerales de sus iguales Stalin, Mao Zedong, Lenin,
Kim Il Sung, Kim Jon Il y otros figurantes del eje del mal. Se trata de
que tales personajes hasta después de muertos, pueden ser letales y
nadie o pocos se atreven a correr el riesgo y marcar una diferencia.

Si de naufragios se trata, Fidel Castro condujo a la nación cubana a un
naufragio de superiores dimensiones al naufragio del Granma. Destruyó la
república y a la nación cubana. Restableció la pena de muerte, abolió
una de las constituciones más progresista de las Américas y privó de
derechos y libertades a todos los cubanos en condiciones mucho peores a
las desterradas por la independencia arrancada a la corona española.

Fidel Castro robó la juventud a varias generaciones de cubanos, explotó
sin medida a los trabajadores, prostituyó y deformó a la juventud y
arrastró a la miseria material a todo un pueblo. Llevó adelante guerras
en África y América Latina y llevó su vaho de violencia incluso al
convulso espacio islámico. Arrastró al país en su odio visceral contra
los Estados Unidos, la libertad y los valores sustentados por esta. Así
sirvió como peón al imperio soviético en muchos escenarios mundiales y
llegó a pedir un ataque nuclear de primer golpe contra los Estados Unidos.

Personalmente, le vi de lejos o quizás no tanto. Le recuerdo mientras
esperaba ómnibus de transporte público. Le vi pasar con su escolta
armada hasta los dientes por la 5ta Avenida y por otros espacios
capitalinos. Cuando esto sucedía, los mayores decían a los adolescentes
uniformados camino a la escuela, que no se movieran, no fuera que desde
la escolta, se malinterpretara la movida y sucediera algo terrible. El
recuerdo que de esto guardo es el de esos individuos mal encarados
apuntando con sus armas a civiles desarmados. La impresión que me quedó
fue la de alguien con un miedo descomunal a ser muerto por cualquiera.

Para mí, nunca fue un héroe. Solo una molestia que duró demasiado. Los
momentos felices de la adolescencia y la primera juventud, que recuerdo
y atesoro, jamás fueron gracias a la impronta directa o indirecta del
difunto. Sucedieron a su pesar y en desobediencia directa a sus órdenes
y orientaciones.

Para marcar la molestia, por acá estaremos gravados con nueve y más días
en que la televisión oficial romperá sus cotas ya impuestas de ridículo.
Estaremos castigados ya no por su presencia, pero si por el luto y el
culto a su personalidad. Así y de esta forma, continuará la imposición
de su presencia, rechazada por la mayoría. Aclaro que no por odio, se
trata de cansancio y mero aburrimiento. La buena noticia es que no
volverá a ordenar el hundimiento de remolcadores con mujeres y niños
abordo ni el fusilamiento ejemplarizante de ningún inocente.

No obstante a esto, no me alegro de su muerte. No lo hago por la suya ni
por la muerte de nadie, por importante que fuere o crea ser. Entonces y
como no me siento Dios, dejo los perdones a su arbitrio. Me uno de forma
entusiasta al compartido manto de olvido que se lo llevará, feliz y
definitivamente.
j.gonzalez.febles@gmail.com; Juan González

Source: Rechazo generalizado y un compartido manto de olvido | Primavera
Digital -
http://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/rechazo-generalizado-y-un-compartido-manto-de-olvido/

No hay comentarios.: