martes, diciembre 06, 2016

Entierro humilde o miedo al juicio de la Historia?

¿Entierro humilde o miedo al juicio de la Historia?
Castro pudo temer una futura ira popular o gubernamental contra
cualquier monumento levantado en su nombre
Lunes, diciembre 5, 2016 | Orlando Freire Santana

LA HABANA, Cuba.- La mayoría de los gobernantes, sobre todo aquellos que
permanecen largos períodos de tiempo en el poder, se preocupan por la
manera en que las generaciones futuras enjuiciarán su labor.

Por supuesto que Fidel Castro no iba a ser la excepción. Incluso antes
de llegar al poder, el hijo de Birán había vaticinado que su aventurero
asalto al cuartel Moncada contaría con el visto bueno de la Historia.

Ya en su etapa de gobernante, y seguramente convencido de que su mandato
sería prolongado, a Castro se le ocurrió la idea de proclamar a los
cuatro vientos que en Cuba no había culto a la personalidad. De esa
forma pensaba desmarcarse de esa práctica nociva que tenía lugar en
China, Corea del Norte y otros aliados suyos.

Sin embargo, una cosa decía Castro, y otra bien distinta se percibía en
las más disímiles facetas de la vida nacional. Durante más de medio
siglo los medios de difusión oficialistas han endiosado a Fidel Castro.
Cuando él hacía una afirmación, no importa en el terreno que fuese,
nadie osaba contradecirle. Tal era la omnipresencia de Castro en la vida
de los cubanos, que una canción como Ojalá, de Silvio Rodríguez —Para no
verte tanto, para no verte siempre, en todos los segundos, en todas las
misiones—, en un primer momento despertó las sospechas de los ideólogos
del régimen.

¿Y acaso no constituye otra prueba del endiosamiento lo que ha sucedido
en estos días con los medios de difusión en la isla? La maquinaria del
poder ha pretendido que el mundo se detenga por la muerte de Fidel
Castro. La prensa escrita, radial y televisiva estuvo más de una semana
reflejando únicamente aspectos de la vida del máximo líder, así como
detalles de su funeral. Los cubanos de a pie que no tienen acceso a
internet ni a otros medios alternativos de información, no se enteraron
que se accidentó un avión boliviano en Colombia con la pérdida de un
equipo completo de fútbol brasileño, o que falleció el ex boxeador
cubano Adolfo Horta, ni supieron cómo quedó el match por el campeonato
mundial de ajedrez entre el noruego Magnus Carlsen y el ruso Serjey
Karjakin.

Mas, a pesar de todo, Fidel Castro persistió en el discurso de
"humildad" hasta el final de sus días: Según expresó su hermano menor
en Santiago de Cuba, un día antes de que las cenizas del exgobernante
fueran depositadas en el cementerio de Santa Ifigenia, Castro dio
órdenes precisas para que ninguna instalación lleve su nombre y tampoco
se levanten monumentos en su honor.

No son pocos los que destacan el temor de Castro a que en el futuro la
ira popular o gubernamental —o incluso un simple movimiento reformista
dentro de la nomenclatura— pueda barrer con todo aquello que represente
su memoria. Recordar, por ejemplo, lo sucedido con Stalin tras el
informe de Nikita Jruschov al XX Congreso del PCUS en 1956.

Eso sin contar los casos de calles e instalaciones que un día dejaron de
llamarse Gerardo Machado, Rafael Leónidas Trujillo, y otros por el estilo.

El Comandante habría aplicado aquello de que "hay que poner el parche
antes de que salga el grano".

Source: ¿Entierro humilde o miedo al juicio de la Historia? | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/entierro-humilde-o-miedo-al-juicio-de-la-historia/

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