martes, noviembre 01, 2016

Un texto socialista ‘nacionalistamente’ excluido

Un texto socialista 'nacionalistamente' excluido
JOSÉ GABRIEL BARRENECHEA, Santa Clara | 01/11/2016

Cabría negar el carácter esencialmente nacionalista del castrismo y, en
contraposición, sostener su pretendido internacionalismo "proletario".
En apoyo de semejante posición, podría invocarse su reconocida capacidad
para ignorar a propósito o aun para negar abiertamente grandes áreas de
la cultura y la historia nacional, desde tradiciones y rasgos
idiosincráticos hasta logros intelectuales que no puedan ser absorbidos
en el marco de su ideología. El castrismo, encorsetado en su marco
ideológico transnacional, habría dejado afuera todo lo que no concordara
con la visión marxista-leninista.

Sin embargo, la realidad es que, por determinadas especificidades
propias del nacionalismo castrista, los requerimientos de estricta
consecuencia ideológica no han resultado siempre los determinantes en
este proceso de selección cultural. Lo demuestra la actitud del
castrismo, a pesar de su empeño en presentarse heredero de la tradición
socialista, hacia el más influyente logro del pensamiento socialista
cubano: El derecho a la pereza, del santiaguero Paul Lafargue.

A no dudar, esta obra fue en alguna medida ignorada por el castrismo por
su carácter problemático para el marxismo-leninismo, la ideología ajena
que debió adoptar a consecuencia de la incapacidad de Cuba para vivir
autárquicamente solo al nivel de una sociedad neolítica. Sobre todo
porque su llamado a abandonar la ética protestante de compulsión por el
trabajo, sobre la que había prosperado el capitalismo y que, sin
embargo, el marxismo no cuestionó, no encajaba en las necesidades del
castrismo como cruzada para imponerse al mundo. Se debía aumentar la
productividad del trabajo y la producción de bienes, pero no para que
los ciudadanos tuvieran cada vez más tiempo libre, y en consecuencia
pudieran buscar su realización personal en sus limitadas áreas de
intimidad o mediante el ejercicio amplio de sus principales deberes
cívicos, sino con el fin de multiplicar los recursos al alcance de la
jefatura de la cruzada.

Además, la promoción entre los cruzados de cualquiera de las dos
libertades, negativa o positiva, habría privado a la jefatura de poder
utilizar a su arbitrio el más importante recurso de Cuba: el humano.

Paradójicamente, el castrismo ignoró el más alto logro del pensamiento
socialista cubano más que por consecuencia ideológica, o más exactamente
por los inevitables rejuegos geopolíticos que lo obligaron a adscribirse
al marxismo-leninismo, por lo irreconciliable de las propuestas de
Lafargue con los objetivos finales de este particular nacionalismo nuestro.

Decir que un nacionalismo deja de ser tal por esa capacidad de
abandonar, de silenciar, de excluir partes de su tradición cultural y
tiene un evidente mentís en el caso más puro de nacionalismo en el siglo
XX: el de la Alemania nazi. Aquel nacionalismo, que gracias a la alta
industrialización del país, la proporcionalmente numerosa población para
la época, el eficiente desempeño de su burocracia, la en general mayor
cultura organizativa de su sociedad... no se vio precisado a entrar en
los juegos geopolíticos y los cambalaches ideológicos del castrismo,
también ignoró o dejó afuera mucho de su propia cultura; y no solo áreas
de su tradición cultural vinculadas con lo judío.

En base a esta tendencia a creerse supuestamente facultado para
seleccionar lo que pertenece o no en propiedad al legado cultural
nacional, no puede a la vez negarse o afirmarse el carácter nacionalista
o no de un determinado movimiento político que se pretenda tal. En todo
caso, solo puede decirse si el nacionalismo en cuestión es o excluyente,
enfermizo y con intenciones de imposición universal, actitud a que lo
llevan sus orígenes en ciertos complejos de inferioridad nacionales, o
por el contrario vital, incluyente y cosmopolita.

Las verdaderas intenciones finales del nacionalismo en cuestión se
descubren en su actuar sobre las partes de la cultura nacional por
completo opuestas a su discurso empobrecedor, o en todo caso
problemáticas para las intenciones finales de este. El excluyente, el
que ignora o niega partes vitales de lo propio, ya nos avisa a las
claras que en caso de llegar a imponerse a escala global haría
exactamente lo mismo.

De haberse impuesto el nazismo al final de la II Guerra Mundial, ya
sabemos en qué mundo nos cabría vivir hoy, o al menos en qué mundo
habrían vivido quienes transigieran con semejante monstruosidad. De
haberse impuesto el castrismo en América Latina en su época expansiva,
ya podemos tener una idea de lo que habría pasado si recordamos las
palabras con que Ernesto Guevara cerró su fiasco congoleño. Según él, el
error había estado en que se había ido allí a cubanizar a los lugareños.
No obstante, poco después no tuvo ningún reparo en irse a hacer lo mismo
en Bolivia, con una guerrilla integrada y mandada sobre todo por
cubanos, y con su negativa tajante a aceptar el más mínimo control de
parte del Partido Comunista boliviano sobre su fuerza expedicionaria.

Una muestra contemporánea de los verdaderos resultados de una probable
cubanización castrista de todo el subcontinente está en la Venezuela de
hoy, donde el proceso que se lleva adelante gracias a la total
subordinación a los dictados y a los credos de La Habana por Nicolás
Maduro, esa ignorante marioneta castrista, o con los miles de agentes
cubanos que han infiltrado todos los puestos claves de la sociedad, ha
provocado la mayor fractura sociocultural que esa nación haya vivido en
una historia que no ha sido precisamente muy tranquila.

En su origen, estos nacionalismos enfermos, a semejanza del castrismo o
del nazismo, no desean lo natural a cualquier nacionalismo sano: ser
reconocidos como iguales en la comunidad internacional por lo que de
universal hay en su particularidad nacional. Su deseo es ser aceptados
como superiores, como quienes tienen la verdad bien guardada en el
recipiente portable típico de sus costumbres nacionales: alguien que es
universal por su capacidad de imponer a los demás sus particularidades.

Source: Un texto socialista 'nacionalistamente' excluido -
http://www.14ymedio.com/blogs/el_hidalgo_rural/texto-socialista-nacionalistamente-excluido_7_2101059874.html

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