jueves, noviembre 24, 2016

Oye, yo sí tengo el uno

'Oye, yo sí tengo el uno'
BORIS GONZÁLEZ ARENAS | La Habana | 24 de Noviembre de 2016 - 06:18 CET.

Los diarios Juventud Rebelde y Granma del pasado 17 de noviembre deben
de haber sorprendido a más de uno —el uno está garantizado conmigo— con
el anuncio, en idénticas notas, de que había sido inaugurada la nueva
sede de la Asamblea Nacional. Ese "nueva" se refiere a una obra de 1929
que lleva cerca de seis años forrada en andamios y latón en un proceso
de rehabilitación cuyo término parece distante.

No es otra que el Capitolio Nacional, del que la nota oficial no se toma
el trabajo de hacer ninguna referencia histórica, pero que fue el centro
de la política republicana entre su inauguración, en 1929, y 1959,
cuando la Ley Fundamental de febrero de aquel año disolvió la Cámara de
Representantes y el Senado de la nación y concentró el poder legislativo
en el Consejo de Ministros.

La sede anterior de la Asamblea Nacional, un muy modesto edificio
ubicado en la calle 42 e/ 21 y 23 en Playa, seguirá por el momento
acogiendo las funciones reales en tanto el Capitolio lo suplanta
nominalmente.

En ambos diarios la pobre extensión de la nota, como su ubicación en la
parte inferior de la página segunda, quitan al acto cualquier relevancia.

Que hayan sido Esteban Lazo y Tran Dai Quang los protagonistas de la
jornada no tiene, por tanto, que sorprender. Si lo que se busca es
restar trascendencias, ambos personajes caen como anillo al dedo. El
presidente de Vietnam, porque es un absoluto desconocido para nosotros,
y Esteban Lazo, precisamente por lo contrario.

Me consta que más de uno se ha enterado del nombre de Tran Dai Quang por
esta visita pues, además de mí, escuché días atrás preguntar a un
anciano con sorna si no era Ho Chi Minh el presidente del hermano país.
Acostumbrado como debe estar a la extensión de la "generación
histórica", debe resultarle natural que, de vivir, el "Tío Ho" rondaría
hoy los 126 años de edad de los que habría pasado 71 en el poder.

Recuperados de la sorpresa, vale la pena pensar un poco en las razones
del Gobierno para dar a un acto de esta relevancia tratamiento tan
ínfimo. Se acerca el año 2018, el escogido por Raúl Castro para dejar el
poder. Se ha anunciado una nueva Constitución y una nueva Ley Electoral
de las que, sin embargo, nada se ha dicho. El Presidente cubano aseguró
también que el Capitolio volvería a acoger a la Asamblea Nacional y más
de uno anclamos la conclusión de las obras de rehabilitación a la
entrada en vigor de la nueva Carta Magna, un evento digno de la reforma
política.

La conclusión de las obras de restauración del Capitolio y el estreno de
una nueva Constitución con importantes novedades en sus órganos de
gobierno parecían una coincidencia digna de una nación que asume con
seriedad su reforma política. No será así.

El castrismo sigue siendo el mismo sistema de siempre y la generación de
expectativas es un patrimonio del que se tiene que cuidar prudentemente.

Inaugurado el Capitolio como sede de la Asamblea Nacional sin haber sido
restaurado, elimina a las reformas constitucionales cualquier
especulación acerca de las fechas de su implementación. Es sin dudas un
mal presagio, no ya para el contenido de la reforma constitucional
prometida, sino para la reforma misma.

¿Habrán sabido nuestros parlamentarios del cambio de su sede? No parece
que hayan estado presentes en la ocasión, pues la austeridad de la
fotografía que publicó Granma, en la que Esteban Lazo y Tran Dai Quang
se dan la mano con un retrato de Martí colgado a sus espaldas, sugiere
que por todo aquello había pocas personas para hacer quorum. Poca
riqueza en la imagen para uno de los edificios más fotogénicos del país.
Quizás y hasta la pared que sostiene el cuadro de Martí sea un pedazo de
tabla sostenido por dos albañiles vanguardias nacionales.

Asegura la nota que el presidente de Vietnam regaló para la nueva sede
de nuestra Asamblea Nacional la réplica de un tambor ancestral del
hermano país. La naturaleza del regalo acentúa el tono musical del
evento y da para imaginar a un relajado Tran Dai Quang haciendo sonar el
tamborcito mientras Lazo se adelanta hacia el interior del magnífico
recinto contoneándose y musitando entre dientes "Oye, yo sí tengo el
uno", mientras un coro de cevepés multiplica el estribillo en el Salón
de los Pasos Perdidos. Imagen sin dudas más propia de una comedia
musical que de la seriedad de reforma política alguna.

Source: 'Oye, yo sí tengo el uno' | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1479956095_26935.html

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