sábado, diciembre 08, 2012

Alan Gross: por una solución negociada

Publicado el sábado, 12.08.12

Alan Gross: por una solución negociada
Arturo López-Levy

En la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de
Estados Unidos el pasado año, el representante David Rivera (R-FL)
exigió que Wendy Sherman, subsecretaria de Estado para asuntos
políticos, revelara si Estados Unidos trató de negociar con La Habana,
de alguna manera, una liberación de Alan Gross. Rivera dijo: "Es
indignante que la Administración Obama podría estar negociando con un
régimen terrorista para liberar a un rehén estadounidense".

Esa política es correcta: Estados Unidos no debe ceder a las demandas de
los terroristas pues solo incentivaría a los mismos a secuestrar otros
rehenes. Pero nada de esto tiene que ver con Gross o con Cuba.

Si hubiese una lista de países no democráticos, Cuba debería figurar,
pero las referencias de Rivera al terrorismo son una manipulación. El
Departamento de Estado no ha registrado una sola acción terrorista
patrocinada por Cuba en dos décadas. La semana pasada, La Habana fue
sede de otra ronda de negociaciones entre la guerrilla de las FARC y el
gobierno colombiano de Juan Manuel Santos, quien no solo agradeció la
facilitación sino también demandó la inclusión cubana en la próxima
Cumbre de las Américas. En España, el otro país supuestamente víctima de
grupos protegidos por Cuba, ETA se ha desmovilizado y los sucesivos
gobiernos socialistas y populares han agradecido a La Habana por recibir
a comandos liberados de la organización vasca.

Gross fue detenido en Cuba, no secuestrado. Trabajaba bajo los auspicios
de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)
bajo la sección 109 de la ley Helms-Burton, una ley que ha sido
condenada por las Naciones Unidas por violar la soberanía cubana. No es
un rehén; Gross es una víctima de cinco décadas de conflicto, atrapado
debido a nuestra política de cambio de régimen. Si Washington accediera
a negociar con Cuba la libertad de Alan Gross, tal acción no crearía
ningún riesgo de secuestro de otros estadounidenses. Cuba no secuestra a
turistas norteamericanos, como Hamas y Hezbolá hacen con ciudadanos
israelíes con el fin de provocar nuevas negociaciones.

La administración de Obama, repitiendo públicamente que la única opción
para resolver el caso Gross es que Cuba le otorgue la libertad
"incondicionalmente", ha rendido la iniciativa política a la derecha
cubana. Esas fuerzas, a las que el presidente Obama no les debe nada,
pues trataron de evitar su reelección al presentarlo como asociado con
Hugo Chávez y Mariela Castro, siguen sin reconocer su propia
responsabilidad en el calvario de Gross. La detención de Gross fue una
tragedia anunciada en la larga historia de conflictos de Washington con
la soberanía cubana, provocada en gran medida por la insistencia de
algunos grupos exiliados en mantener la política estadounidense de
embargo contra Cuba e imposición de cambio de régimen desde el exterior.

Después de su reelección, el presidente tiene la flexibilidad de la que
carecía antes de noviembre. Es tiempo de exigir una negociación que
traiga a Alan Gross de vuelta. La acusación de Judy y Alan Gross contra
el gobierno estadounidense es una interpelación contra los programas mal
diseñados de USAID en Cuba. Si Gross fue desinformado sobre los riesgos
que corrió y no se le preparó para enfrentarlos, ¿qué podría decirse de
la irresponsabilidad de USAID al imponer riesgos a ciudadanos cubanos,
que son usados en esos programas sin dar su consentimiento informado? Es
importante pensar con creatividad posibles alternativas, como la
transferencia de esos fondos millonarios de la USAID hacia iniciativas
menos provocadoras e intrusivas. ¿No sería mejor brindar becas
universitarias, o programas orientados al desarrollo económico y la
ayuda humanitaria, fuera de toda conexión con la ley Helms-Burton?

Toda solución negociada tiene sus costos pero lo lógico es compararla
con las alternativas. En Washington y Miami, el debate es incompleto si
los intransigentes no asumen el costo de proponer que el gobierno
estadounidense abdique de sus responsabilidades morales y legales con
alguien que trabajaba para sus programas de la USAID bajo la ley
Helms-Burton. Los sectores opuestos a una negociación han prevalecido
sin siquiera explicar los beneficios, costos e incertidumbres del curso
de acción que proponen. Es tiempo que expliquen a Judy Gross que su
propuesta equivale a dejar a su marido tras las rejas por cuatro años y más.

El día que exista voluntad política en Washington y La Habana para
resolver los problemas estructurales de la relación bilateral entre los
dos países, resolverán con creatividad el caso Gross. Por eso el peor
escenario es la ausencia de conversaciones sobre temas de interés mutuo.
En La Habana también deben pensar. Nada sería peor que perder cuatro
años de un segundo mandato de Obama, sin promover una relación menos
conflictiva de Cuba con EEUU. No ayudaría al interés nacional cubano ni
a la situación de los agentes que queden sin expirar sus condenas en 2016.

Profesor Adjunto, Josef Korbel School of International Studies,
University of Denver.

http://www.elnuevoherald.com/2012/12/08/1359903/arturo-lopez-levy-alan-gross-por.html

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