Tuesday, April 26, 2011 | Por Miguel Iturria Savón
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El viernes 22 de abril, en la
esquina de H y Calzada, Vedado, La Habana, fui interceptado a las 3:45
p.m por un auto Lada sin chapa policial, del cual bajaron 4 agentes de
la Seguridad del Estado vestidos de civil. Ante la sorpresa intenté
pedirles la orden de arresto; mientras el conductor ordena "¡Sube
Iturria que llegó tu hora!", y uno de los dos gendarmes de me da un
puñetazo y me empuja hacia adentro con ayuda de otro.
En el vehículo me despojaron de mis pertenencias (celular, cámara, un
libro, papeles y el carnet de identidad). Ya en marcha, bajaron por la
calle G hasta 23 y de esta a 41 y 31. En el Hospital Militar de Marianao
doblaron hacia Siboney y desembocaron en la estación policial de San
Agustín, municipio La Lisa.
Durante parte del trayecto me mantuvieron con los brazos maniatados
hacia atrás y la cabeza hacia abajo. El chofer respondía a llamadas del
móvil con frases como "llevo la carga, llama después", o "coge diez
equipos y espérame en el punto 30". A su lado un oficial cincuentón,
alto, negro, de labios gruesos y cara de hastío; el único que llevaba
botas militares.
En la estación me registraron minuciosamente. Estuve en el lobby bajo
vigilancia del tipo del puñetazo –un trigueño treintañero y medio calvo
con cara de odio-, y del mulato joven del asiento trasero, hasta que una
suboficial me condujo a una oficina medio desvencijada, donde entró uno
de los militares que estuvo en mi casa el ocho de marzo, cuando rechacé
la citación a una entrevista con el "oficial Octavio", quien se presenta
y busca dos sillas; pero llega el capitán Tamayo y me traslada a un
local con aire acondicionado, comenzando el repetitivo "intercambio
verbal" con Tamayo, escoltado por los subordinados que estuvieron en
casa, ambos bravitos y silenciosos.
Tamayo es blanco, de tamaño mediano y ojos claros. Padece de
incontinencia verbal y le gusta deslumbrar con estadísticas que
demuestran el control de la Seguridad del Estado sobre la oposición
pacífica, las organizaciones del exilio, los periodistas independientes
y los bloggers alternativos, a los cuales denigra y minimiza
incesantemente, lo que contradice la poca importancia que les conceden.
Menciona con desprecio a Elizardo Sánchez Santa Cruz, Presidente de la
Comisión Cubana de Derechos Humanos; Wilfredo Vallín Almeida, líder de
la Asociación de Juristas Cubanos; los comunicadores Juan González
Febles, director del Semanario digital Primavera; Julio Aleaga Pesant,
José Álvarez y otros que como yo "se pasan del límite de tolerancia que
hemos trazado" y "se atreven a rechazar las citaciones de la Seguridad
del Estado, sin saber que nosotros no necesitamos cumplir los artículos
de la Ley de procedimiento penal, nos basta con una citación verbal;
averígualo para no detenerte otra vez en plena vía".
En su monólogo, Tamayo combina las informaciones y estadísticas con
elogios al Comandante en Jefe, "el hombre del siglo", y al General Raúl
Castro, "modesto y humanitario como el Comandante". Pondera a la
"generación histórica que dirige la revolución", al sistema de salud, de
enseñanza, los logros deportivos y la participación del pueblo en las
elecciones y los actos políticos. Para compensar, desata sus agravios
contra las penurias del pasado en Cuba (aunque él nació en 1970), las
agresiones de los Estados Unidos a la isla (cita las palabras del
presidente Obama en Chile), el capitalismo mundial y la miseria de
África, Asia y América Latina. Como si fuera poco, culpa al embargo
económico como causa de nuestros problemas y piensa que "si los yanquis
liberan el turismo y nos permiten la extracción de petróleo en el Golfo
de México, salvaremos el socialismo y viviremos mejor".
Habla de su origen campesino y de la pobreza de su familia, pues nació
en un caserío de la Sierra Maestra del municipio Contramaestre,
provincia Santiago de Cuba. Reitera que lleva 23 años en el Ministerio
del Interior, donde apenas gana para comer a pesar de tener una casa La
Habana y ser comunista. Lamenta no poder tomarse una buena botella de
ron cada semana y llevarles cajas con regalos a los parientes de la montaña.
Más que interrogarme, Tamayo combina el discurso del poder con amenazas
contra quienes piensan diferente. Advierte que su departamento tiene el
expediente de cada uno de los 109 comunicadores independientes del país,
"listos para presentarlos a la fiscalía, como hicimos en el 2003".
Agrega que "la Seguridad del Estado determina quien obtiene el permiso
de salida o se pudre en la isla".
Ante una mentalidad tan codificada me limité a hacerle algunas preguntas
irónicas y rectificarle ciertas opiniones con datos contrapuestos. Le
aclaré que él sirve a una tiranía totalitaria y no a una revolución
socialista, de la cual quedan las consignas, los rituales y las máscaras
de la mayoría amedrentada que dependen del estado, cada vez más parecido
a un sultanato árabe; que el embargo económico y las supuestas
agresiones externas no son las causas del desastre nacional, sino la
ineficacia, la corrupción y la ausencia de libertades y oportunidades
para liberar las fuerzas productivas y las iniciativas ciudadana.
A las ocho de la noche, el oficial me entrega mis pertenencias como
"gesto de buena voluntad", en espera de que "no arme un circo con lo
sucedido". Le aseguro que seguiré escribiendo sin censura y denunciaré
el secuestro ordenado por él.
http://www.cubanet.org/articulos/cronica-de-un-secuestro-en-la-habana/
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