Wednesday, April 27, 2011 | Por Dania Virgen Garcia
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) – El reo Pablo Montano León,
alias el Ruso, quien se encuentra en huelga de hambre, ingresado en la
sala de terapia del hospital de reclusos del Combinado del Este, nos
hizo llegar este testimonio donde describe lo que vivió en la prisión
para jóvenes de la provincia Villa Clara, conocida como el Pre.
"Las celdas están una al lado de la otra, en tres pasillos separados a
los que se accede a través de tres puertas de seguridad. También al
soleador, que está en las antesalas de cada pasillo.
Las celdas son personales, de 3 por 1.5 metros, sin ventilación y con
poca luz, con una cama, una pequeña mesa, y un banquito, todo de
concreto. El servicio sanitario es un pequeño turco, sin privacidad. Los
guardias vigilan a los presos cuando se bañan"
A la 5:30 am, se da el de pie. Está prohibido dormir durante el día, así
como sentarse en la cama o en el piso, solo en el banco de concreto. Hay
que estar todo el día correctamente vestido y a la vista del guardia. La
alimentación es pésima. El agua no es potable; la ponen unos minutos una
vez al día. A veces demoran hasta tres en ponerla. Los castigos son
golpizas a quienes gritan, o se les sorprende conversando con otro recluso.
Las visitas son cada cuatro meses; el pabellón conyugal cada cinco,
aunque se puede suspender por motivos tan sencillos como no estar
correctamente vestido o no estar a la vista de los guardias cuando pasan
frente a las celdas de castigo. Hay presos que han pasado hasta cuatro
meses sin salir de las celdas de castigo. Cuando los sacan, no saben si
van al médico, a la visita o a que los golpeen. Los reclusos que se
encuentran en la primera fase no disponen de teléfono ni televisión. La
correspondencia es revisada y es común que se pierdan las cartas.
Las provocaciones de los guardias son constantes. A veces dejan caer
alguna cuchilla o un pedazo de cuerda frente a la celda de cualquier
recluso, y al otro día cuando llega el oficial de turno que lo descubre,
dice que quieren atentar contra la autoridad, y ahí viene la golpiza,
que puede terminar con lesiones graves.
De todas las muertes que vi en el Pre, la que más me deprimió fue la de
un muchacho de 23 años al que apodaban cebolla, que fue sancionado a 30
años porque le robó unas cebollas a un campesino. El tribunal revisó su
caso y le disminuyeron la sanción a tres años. Pero ya era tarde.
Estaba enfermo de los nervios, había intentado suicidarse en varias
ocasiones y cada vez que era sorprendido por los guardias tratando de
quitarse la vida, lo golpeaban. La última vez intentó cortarse las venas
en el puesto médico y el primer teniente Febles lo golpeó. Esa noche,
como burla lo llevó a comer cocos y a que viera el pequeño zoológico del
penal. Después que lo encerraron en la celda de castigo, se ahorcó. Fue
el 12 de junio del año 2006.
Otro recluso que intentó suicidarse varias veces fue Nulgani, de
Cienfuegos, que estaba enfermo de los nervios. Un día que una delegación
encabezada por la fiscal Fidelina visitó el Pre. Un recluso se atrevió a
gritar la prisión parecía un campo de concentración. El mayor Vladimir,
le respondió: Gracias a los muertos del área hoy la prisión está tranquila".
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