domingo, marzo 21, 2010

Diferentes maneras de morir en Cuba

Diferentes maneras de morir en Cuba

Las esperanzas suscitadas por la llegada de Raúl Castro han ido esfumándose

Autor: Miguel A. Murado
Fecha de publicación: 21/3/2010

Esta noche, la televisión cubana emite el tercero de los ocho capítulos
de El que debe vivir , la serie que narra los 638 intentos de acabar con
la vida de Fidel Castro. A una media de 79 homicidios en grado de
tentativa por capítulo, y con cerca de 400 asesinatos frustrados todavía
por delante, a los espectadores se les presenta un semestre dedicado a
la contemplación del que se ha convertido ya en el rasgo más
característico de Fidel Castro: la longevidad. Tras décadas de
eslóganes, el castrismo se ha quedado finalmente con este de la
celebración machacona de la biología del líder. El mensaje es claro:
Castro ha sobrevivido también al 639 intento contra su vida, este a
manos no de la CIA, sino de la naturaleza.

Todo lo que ocurre en Cuba tiene que ver con eso. Y también lo que no
ocurre. Las esperanzas suscitadas cuando hace tres años el pragmático
Raúl sustituyó a Fidel han ido esfumándose a medida que el Comandante
mejoraba. Con paciencia ha ido saboteando cuidadosamente los esfuerzos
de Raúl por caminar hacia un modelo chino de liberalización sin libertades.

Sin levantarse de la cama, literalmente, Fidel aprovechó una torpeza del
CNI español para defenestrar a los jóvenes aperturistas del régimen
(Lage y Pérez Roque), frenó los tímidos cambios en el modelo económico y
cerró el paso al diálogo con Estados Unidos. Los más de cien artículos
que Fidel ha dado a la imprenta en el 2009 no dejan de ser todo un
homenaje al poder del periodismo, puesto que han bastado para torcer la
voluntad del Gobierno en cada una de sus iniciativas.

Y, como remate, la promoción de Ramiro Valdés a número 3. Todo un
manifiesto de esta «política de la nostalgia». Ramirito, como se conoce
un poco incongruentemente a este septuagenario, es un superviviente de
Sierra Maestra, arquitecto de la policía política y enemigo personal de
Raúl. Con él se pone fin a cualquier veleidad aperturista y a cualquier
asomo de autonomía de un Raúl Castro que empieza a tener peor salud que
su hermano.

Esta parálisis, paradójicamente, también la sufre la oposición, aunque
por razones distintas, y es en ese contexto en el que hay que contemplar
las huelgas de hambre. El número de presos políticos en Cuba es
relativamente pequeño. Esto se debe tanto a un importante castrismo
sociológico como a un control tan riguroso de los espacios que la
oposición, más que reprimida, se ve asfixiada. A cambio de esta
represión blanda, el trato carcelario es especialmente duro.

Fue protestando contra esa brutalidad como murió Orlando Zapata, y el
eco que encontró su muerte ha hecho que la oposición se fije en esta
táctica terminal con la esperanza de galvanizar a una parte de la
sociedad cubana y crear ese espacio de debate que ahora no existe. Pero,
por el momento, cuando a los cubanos les cuenten esta noche la historia
del «que debe vivir», no les estarán hablando de Guillermo Fariñas, sino
de Fidel Castro.

Mientras él esté, cualquier cambio parece imposible.

http://www.lavozdegalicia.es/mundo/2010/03/21/0003_8369804.htm

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