jueves, febrero 25, 2010

En memoria de Zapata

En memoria de Zapata
René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Conocí a Orlando Zapata
Tamayo el 11 de marzo de 2003, cuando un grupo de seis cubanos inició un
ayuno en apoyo de los presos políticos cubanos. Era un joven de treinta
y tantos años, no muy locuaz.

En los días siguientes pude conocerlo mejor. Me asombró saber que estaba
encausado, aunque en libertad provisional. Pensé que otro, en su lugar,
habría invocado la posible revocación de ese beneficio para rehuir el
ayuno. Pero no él: tal actitud no habría compaginado con su carácter de
mármol. Así lo demostró con la huelga de hambre que lo mató en la tarde
de hoy.

Lo vi por última vez en la madrugada del 20. Continuábamos ayunando y ya
se había iniciado la Primavera Negra. Hora a hora recibíamos noticias de
nuevas detenciones. Recuerdo que, al hablar con un diplomático amigo,
Orlando estuvo de acuerdo en que, en caso de ser encarcelados también
nosotros, no aceptaríamos ser canjeados por los cinco espías cubanos.

En términos comparativos, salió de su juicio bien librado. Ante las
sanciones elefantinas de los demás detenidos, los tres años de Orlando
parecían casi una vacación. Seguramente otro, en su lugar, habría
quedado libre en 2006, pero no Zapata. Era demasiado generoso;
apasionado y vertical hasta el exceso. La protervia del régimen hizo que
a su sanción inicial fueran sumándose más años, hasta pasar de treinta.

Los atropellos que sufrió lo hicieron iniciar esta última huelga de
hambre a principios de diciembre. Hemos escuchado las denuncias de otros
presos; de sus seres queridos. Encerrado en solitario, las autoridades
lo privaron de agua durante semanas. Cuando sus propiedades fueron
entregadas a su mamá, ésta pudo comprobar que estaban completamente
roídas y cubiertas de excrementos de ratas. Podemos entonces imaginar en
qué terribles condiciones pasaría esos días Zapata, tirado en el mismo
piso que sus pertenencias.

Literalmente fue traído a La Habana para que muriera aquí. Al trato
cruel se sumó la burla obscena; son dignas de recordar las palabras de
un oficial de la policía política: "Les tengo una noticia buena y una
mala: la buena es que está en el Hospital Ameijeiras; la mala es que se
está muriendo".

Estoy convencido de que Orlando Zapata Tamayo, con su conducta
admirable, se ha ganado un lugar de honor en la historia de nuestra
Patria; me enorgullece pensar que conviví con él durante una década, sus
últimos días de libertad.

A este hombre en cuyas venas se mezclaban las sangres de nuestros
ancestros españoles y africanos, le ha tocado reeditar, al cabo de un
tercio de siglo, la hazaña inmortal de Pedro Luis Boitel. Duele pensar
que representantes de dos generaciones distintas de cubanos hayan tenido
que llegar a ese sacrificio supremo, y todo contra el mismo régimen
cruel. Nuestra pobre Cuba seguirá teniendo el dudoso honor de ser el
único país de las Américas cuyo gobierno ha dejado morir de hambre a
algún preso político.

Descansa en paz, Orlando. Tus hermanos trataremos de ser fieles a tu
ejemplo luminoso.

Noticias/Cuba En memoria de Zapata (25 February 2010)
http://www.cubanet.org/CNews/y2010/feb2010/25_C_1.html

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