Cubanos varados: ¿cualquier cosa menos volver a Cuba?
Veinte días después de que Obama suspendiera la política que les
permitía entrar sin visado –"bajo palabra"− a EE. UU., los cubanos
varados en Centroamérica y el Caribe mantienen una desesperada
esperanza: Trump.
En Nuevo Laredo, localidad mexicana fronteriza con Estados Unidos, se ha
interrumpido la travesía de casi 400 cubanos en las últimas dos semanas.
Entre ellos está Carlos García, un informático habanero de 29 años
−junto a su esposa Gleysis Johnson, con seis meses de embarazo, y a
cargo de otras madres con niños y personas mayores. O Jannio Grasset
Granado, un guantanamero que sigue pendiente de su esposa, aún detenida
en Tapachula, fronteriza con Guatemala.
La mayoría, se apuesta día tras día en la acera junto al Puente
Internacional Nr. 1, por el que −antes del 12 de enero− "era normal
entrar y pedir el parole" o "entrada bajo palabra", cuenta Jovann Silva
Delgado, abogado cubano emigrado a Estados Unidos hace cuatro años.
Jovann vive y trabaja como banquero en Dallas, Texas. Pero estuvo hace
una semana en Nuevo Laredo.
Llevó ropa y algo de dinero recaudado en la plataforma de financiamiento
colectivo GoFundMe. Los distribuyó entre madres y padres de más de una
decena de niños pequeños de entre 6 meses y 13 años, embarazadas,
personas mayores y dos refugios −Casa del Migrante AMAR y Casa del
Migrante Nazareth− que acogen cubanos.
En Tapachula hay unos 800 varados, estima, desde el albergue Jesús el
Buen Pastor, Yosvani Álvarez Moré, maestro de cocina de 45 años, que
proviene de la provincia Ciego de Ávila y –antes de iniciar la travesía−
residió un tiempo en Chile, donde han quedado su esposa y dos hijos.
En tránsito por Centro y Suramérica (México, Guatemala, Honduras, Costa
Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Surinam) o el Caribe
(Bahamas, Islas Caimán, Trinidad y Tobago) quedan otros cientos. La
mayoría se alberga en refugios, hoteles baratos o apartamentos rentados
(sobre todo embarazadas y madres con niños, que han recibido donaciones
de familiares, amigos o desconocidos solidarios, residentes en Estados
Unidos).
Aunque la atención mediática se concentra en México, el portal Diario de
Cuba (DDC), con una amplia cobertura, se centra en la frontera
colombo-panameña, "donde la situación es de crisis humanitaria", asegura
su director, Pablo Díaz Espí. Cáritas Panamá atiende a migrantes cubanos
"desde hace meses", precisa su jefa de redacción, Mirta Fernández. La
semana pasada eran 280, pero las cifras varían, hay gente en la selva,
en puntos fronterizos o deportados a Colombia sin trámites, reporta el
corresponsal de DDC.
Solidaridad
"Yo, mi hijo y mi mamá cruzamos la frontera justamente por esta época,
entre el 20 y el 23 de enero de 2014. Pasamos por Nuevo Laredo", cuenta
Dayani Lozano, una conocida cantante cubana que hoy trabaja como
funcionaria de obras públicas en la ciudad de Miami. "Cuando oí las
noticias pensé: Dios mío, con el frío que hace en esta época, esa gente
que no tiene nada, que ha vendido todo, ¿cómo va a regresar?".
"Pensábamos recolectar un poco de ropa y comida, llenar nuestros carros
e ir para allá, o dárselos a una Iglesia, que pudiera repartirlos
mejor", dice. Pero la respuesta al llamado que lanzó vía Facebook −junto
a su esposo Ciro Benemelis, bajista cubano del cantante Álvaro Torres, y
a un amigo− superó sus expectativas.
La Iglesia no apareció. Y aparecieron muchos cubanos con comida, ropa,
medicinas, camas inflables, tiendas de campaña. Algunos decían "estamos
acabados de llegar, no tenemos nada, pero ellos necesitan más". A
sugerencia de una periodista, iniciaron la campaña "SOS Cubanos" en la
plataforma de financiación colectiva GoFundMe. A consecuencia del
embargo de EE. UU., les bloquearon los fondos recaudados (que hoy
superan los 7.000 dólares), hasta que demostraron que no irían a manos
del Gobierno cubano.
Tuvieron que rentar almacenes. Averiguaron cómo pasar la donación a
través de la frontera. Desbloquearon lo recaudado (que aún debe llegar a
sus manos en los próximos días). Hicieron contacto con varados en Nuevo
Laredo y Tapachula, con pastores, con un médico que ha albergado cubanos
en su consultorio.
Desembolsaron dinero de sus bolsillos. Consiguieron transportes
autorizados a cruzar la frontera. Pasaron ropa usada en pequeñas
cantidades, para evadir una regulación contra la transmisión de
enfermedades por esta vía. Pusieron a los migrantes en contacto con
abogados. Y "SOS Cubanos" no ha sido una excepción.
"A la ayuda se sumó el dueño de un restaurante de comida cubana en Las
Vegas, que paró su restaurante para colectar toda esa ayuda y reunió
muchísimas más cosas que nosotros", ilustra Dayani. "Otros muchachos en
Arizona reunieron tres camiones de comida. En Tampa, en Laredo, hubo
también gente que aportó muchísimo", sigue. El Team Ávila se movilizó
desde Houston. "Pero esa ayuda personal, de ciudadanos particulares,
tiene un límite. Va a llegar el momento en que va a escasear."
Perspectivas
Desesperados, la mayoría de los varados, no importa dónde, apuesta a
"ganar tiempo", y espera casi un milagro: que −pese a su retórica
antiinmigrante− el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, "que
aún lleva muy pocos días en el Gobierno como para hablar de los cubanos,
se manifieste sobre lo que va a hacer con nosotros", dice Yosvani desde
Tapachula.
Entretanto, dos peticiones en la plataforma pública We the People, de la
Casa Blanca, aspiran a que se haga una excepción con los cubanos que
dejaron la isla antes del 12 de enero y han quedado en un "limbo" en
México o que se restaure la política de "pies secos /pies mojados". Pero
la plataforma gubernamental no registra las firmas que los cubanos han
introducido en la web, se quejan firmantes en Facebook. De las 100.000
firmas necesarias para obtener respuesta (positiva, negativa o evasiva),
cada petición registra apenas una. Hay "problemas técnicos", aseguran
que responden las autoridades por vía telefónica.
A estos cubanos les queda solo una alternativa legal para entrar a
Estados Unidos: el estatus de asilado, explica desde Dallas Jovann Silva
Delgado, que intentó asesorar a los migrantes. Para eso, necesitan ser
entrevistados por las autoridades estadounidenses y demostrar su "miedo
creíble" de regresar a Cuba y ser perseguidos por razones políticas.
Pero, en Nuevo Laredo, no los dejan ni acercarse a solicitar el trámite
o los amenazan con detenerlos dos años, cuentan los migrantes.
En México, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), junto al
Instituto Nacional de Migración (INM), les está ofreciendo a los varados
la posibilidad de iniciar allí un proceso de refugio. "Tienen un plazo
de 30 días", advierte en los medios el padre Giovanni Bizotto, director
de la Casa del Migrante Nazareth, de Nuevo Laredo.
Otra posibilidad sería "la regularización por vía humanitaria, si
prueban haber sido víctimas de amenaza, secuestro, extorsión o robo en
su tránsito por el país", agrega Jovann Silva Delgado. Muchos "están
rechazando esas ayudas porque tienen la esperanza de que los acepten en
EE. UU.", confirma Dayani Lozano. Aunque Bizotto, que dice haber
"estudiado bien la Ley", asegura que acogerse a la regularización en
México, no les impediría, posteriormente, marcharse a otro país.
"Que yo sepa, nadie se ha acogido al refugio" en Tapachula, afirma
Yosvani. Apuestan por obtener el "oficio de salida", un salvoconducto de
20 días que el INM ofrece a extranjeros sin "reconocimiento de
nacionalidad de las autoridades de sus países", para "regularizar su
situación migratoria en México o salir del país". La meta es llegar a
Nuevo Laredo, pues "en caso de que estando en la frontera se te acabe el
tiempo, están dando 20 días más hábiles", le han dicho a Yosvani.
Riesgos y esperanzas
Según un boletín del INM, en las últimas dos semanas, 161 cubanos (42
mujeres y 119 hombres) han sido deportados a la isla desde la "estación
Migratoria Siglo XXI", en Tapachula. Entre ellos, Francisco D. Roque
Ibarra, un trabajador agrícola de 40 años, de Sancti Spiritus. Tras
cuatro meses de travesía, estafas y asaltos, las autoridades le negaron
el salvoconducto para llegar a Nuevo Laredo. En su lugar, lo subieron a
un avión federal, averiguó SOS Cubanos, a petición de un familiar.
Pero, en los últimos días, "al menos dos personas han desistido de la
travesía, se han ido a entregar a la 'prisión Siglo XXI' para que los
deporten, y nos los han querido aceptar", relata Yosvani. Como sea, "la
mayoría piensa que volver a Cuba nunca sería una opción, porque el
Gobierno cubano, aunque diga que no, siempre toma represalias con
cualquier persona que haya abandonado el país", asegura.
En últimas, ponen su esperanza en "la ONU", "los derechos humanos", y
hasta "en Canadá", cuyo primer ministro –les han dicho− anunció que
acogerá . "Casarse o tener un hijo" en México, "buscar un tercer país",
"cualquier cosa menos volver a Cuba", insiste Yosvani, "porque el país
no da solución a los problemas económicos de la gente y no hay libertad
de expresión".
Source: Cubanos varados: ¿cualquier cosa menos volver a Cuba? | América
Latina | DW.COM | 31.01.2017 -
http://www.dw.com/es/cubanos-varados-cualquier-cosa-menos-volver-a-cuba/a-37351806
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