El culpable tiene la solución
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | Noviembre 21, 2015
"Quien tiene hasta 15.000 dólares para darle a un traficante de personas
tampoco huye de la pobreza", han sido las palabras de Oliver Zamora, un
vocero oficial de la televisión cubana que comentaba este viernes la
situación de los más de 2.000 cubanos varados en la frontera entre Costa
Rica y Nicaragua.
Después de días de silenciar la situación, los medios partidistas han
querido usar el drama de estos compatriotas como punta de lanza contra
la Casa Blanca. Una estrategia que de tan usada apenas produce algún
efecto ya. Ahora, quieren convencernos de que las salidas masivas no son
responsabilidad del país que dejaron atrás, sino de ese otro que quieren
alcanzar.
Basta citar los miles de cubanos que se escapan hacia otras naciones
donde no existe una ley de "pies secos" que los beneficie para darse
cuenta de que la responsabilidad para el éxodo que hemos vivido por más
de medio siglo recae en un sistema que no ha logrado ofrecerles a sus
ciudadanos prosperidad material, realización personal ni libertad...
Mucho menos un futuro.
El señor Zamora aparenta desconocer que esa cantidad de dinero que
menciona, equivalente al salario de más de 60 años de un profesional que
gane 500 pesos cubanos al mes, proviene de una acción desesperada o de
una ayuda que llega desde afuera. La mayoría de los que hoy están en
albergues en Centroamérica ha vendido todas sus pertenencias para
emprender tan peligrosa ruta, o depende de unos parientes emigrados que
financien el pago a los traficantes de personas.
La pregunta sería por qué si pueden llegar a disponer de 15.000 dólares
prefieren invertirlo en una escapada peligrosa y sin seguridad de llegar
al otro lado, en lugar de crear un negocio o prosperar en su propio
país. La respuesta es dolorosa y contundente: porque aquí no hay
garantías, ni esperanzas y porque el plazo de tiempo de sus vidas no
puede esperar a se cumplan unas promesas de mejoría que son como el
horizonte: se alejan cada vez que estamos cerca de tocarlas.
El problema que se ha desatado crece, pues el cierre por parte de
Nicaragua de las fronteras al paso de los cubanos no disuade de
intentarlo a quienes quedan en la Isla. Los vuelos a Ecuador siguen
trasladando cubanos que, en lugar de sentirse desestimulados por la
dificultad surgida, perciben que al visibilizarse su causa podrían estar
más protegidos y presionar por un corredor que les garantice el paso
hacia el Norte.
Parece repetirse el mismo efecto que movió a 10.000 personas a ocupar la
embajada del Perú en 1980 y poco después a más de 100.000 a salir por el
puerto del Mariel, la misma fiebre migratoria que llevó a 35.000 cubanos
a protagonizar la crisis de los balseros de 1994. Una nación en fuga,
cuyos hijos cíclicamente encuentran la ruta para dejar atrás la tierra
donde nacieron.
Resulta llamativo que esta situación se esté produciendo cuando las
reformas de Raúl Castro parecen haber tocado su techo de vuelo y
demostrado su ineficacia para proveer resultados que se perciban en la
vida cotidiana. Ni siquiera el restablecimiento de relaciones entre Cuba
y Estados Unidos logra aplacar el desencanto y la desesperanza que se
extiende entre los más jóvenes.
La amenaza no declarada, pero latente, de que la Ley de Ajuste sea
eliminada solo le ha imprimido velocidad a la decisión individual de
cada cual de abandonar el país, pero no es el detonante ni la causa para
arriesgar la vida propia y la de niños pequeños en una travesía colmada
de peligros.
Bastaría con una breve declaración de Raúl Castro ante las cámaras de la
televisión nacional, en la que diga lo que millones de cubanos esperamos
hace décadas, para que cese el flujo migratorio e incluso empiece a
revertirse. No pronunciar ese discurso de final, de autocrítica que dé
paso a otro gobierno, lo hace culpable de todo lo que está ocurriendo.
Source: El culpable tiene la solución -
http://www.14ymedio.com/opinion/culpable-solucion_0_1893410648.html
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario