jueves, diciembre 25, 2014

Obama y el racismo del liberal

DANIEL MORCATE: Obama y el racismo del liberal
12/24/2014 2:00 PM 12/24/2014 8:44 PM

De un solo plumazo el presidente Obama y sus asesores han retrotraído la
política de EEUU hacia Latinoamérica a la primera mitad del siglo XX,
cuando Franklin Delano Roosevelt famosamente dijera del tirano
nicaragüense Anastasio Somoza García: "Será un hp, pero es nuestro hp".
Esa podría ser la consecuencia más grave para nuestro hemisferio de la
decisión de Obama de normalizar relaciones con el régimen de los
hermanos Castro. Se veía venir con la invitación panameña a Cuba,
evidentemente concertada con Washington, a la Cumbre de las Américas en
el 2015. A principios de los 90, España hizo algo similar al incorporar
al régimen castrista —en un alarde de magnanimidad antiyanqui— a la
Cumbre de Iberoamérica. Una consecuencia previsible de ese desliz
español fue el resurgimiento de los caudillos latinoamericanos que, como
los Castro, se creían en su derecho de confiscar a sus países y pueblos
sin temor a mayores consecuencias. Así surgieron los Jorge Serrano Elías
en Guatemala —por fortuna frustrado en su intento de autogolpe— Alberto
Fujimori en Perú; Hugo Chávez en Venezuela; Daniel Ortega en Nicaragua;
Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Un serio riesgo del
cambio de la política norteamericana hacia Cuba es que esa trágica
cuenta continúe aumentando y que se fortalezca aún más el caudillismo en
la región.

Pero el riesgo mayor del cambio de política, tal y como se ha planteado,
recaerá, como de costumbre, sobre el archi golpeado y sufrido pueblo
cubano. Rearmado con la falsa legitimidad que le daría el reconocimiento
norteamericano, el régimen castrista recibiría carta blanca para
continuar reprimiendo a la oposición y cualquier nuevo intento de
disidencia. Ahora podría hacerlo sin el escrutinio de la única nación
que había incorporado a su política exterior la vigilancia de los
derechos humanos en Cuba. La Habana se regodea ante la probable apertura
de generosos créditos norteamericanos, tanto públicos como privados. Los
anhela por temor a que se seque la ubre petrolera venezolana. Y los
necesita para alimentar su aparato represivo, espina dorsal y principal
sostén del sistema político cubano. El cambio de política anunciado por
Obama implica la trágica ironía de que los contribuyentes
norteamericanos, incluyendo los que hemos sido víctimas del castrismo,
podríamos terminar subvencionando la represión en Cuba.

¿Cómo llegaron Obama, sus asesores y otros líderes demócratas a estas
peligrosas conclusiones sobre Cuba? Todos hemos escuchado ya las
abundantes proclamas de sus buenas intenciones. Pero detrás de ellas
late además lo que en su día llamé "el racismo del liberal", la idea
prevalente entre muchos liberales en Washington y la academia de que, en
el fondo, los latinoamericanos no tenemos remedio, no acabamos de
mostrar suficiente aptitud para la democracia y el autogobierno
civilizado y, por consiguiente, tampoco debería esperarse de nosotros, a
mediano plazo. Toda una clase política en Washington se ha hastiado de
las estériles confrontaciones con Latinoamérica a nombre de principios e
ideales que, según ella, los latinoamericanos no asimilamos bien ni
practicamos con fidelidad ni constancia. Si a estas alturas del Siglo
XXI continuamos fabricando caudillos en nuestros países, entonces el mal
menor sería entenderse con ellos.

El cambio de política que propone Obama también tiene implicaciones
importantísimas para quienes dentro y fuera de Cuba luchan por fomentar
la democracia y el respeto a los derechos humanos. Significa que
deberían buscar nuevas vías para esa lucha y nuevos aliados dentro y
fuera de Estados Unidos (por ejemplo, entre los países que se libraron
del totalitarismo). En Washington deberían buscarlos no solo en el
Partido Republicano sino también y sobre todo en el demócrata, aunque en
este momento esto último parezca ingenuo. El régimen castrista solo
puede sostenerse a la fuerza. Su brutal comportamiento será, como
siempre, el mejor argumento para demostrar la probable insolvencia de
los planes que anuncia Obama. Los demócratas cubanos tienen una
obligación especial de responsabilizar al presidente norteamericano, sus
asesores y otros promotores del cambio de política por el previsible
aumento de la represión en Cuba. Fue lo que hicieron otros demócratas
cubanos cuando La Habana envió decenas de miles de soldados a Africa en
respuesta al acercamiento que le propuso Jimmy Carter y cuando derribó
las avionetas de Hermanos al Rescate en respuesta al que le ofreció Bill
Clinton.

www.twitter.com/dmorca

Source: DANIEL MORCATE: Obama y el racismo del liberal | El Nuevo Herald
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http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/daniel-morcate/article4814724.html

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