El amigo Chepe
Viernes, Septiembre 27, 2013 | Por René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Opté por dejar pasar unos
días antes de redactar unas líneas sobre el lamentable deceso del
eminente economista cubano Oscar Espinosa Chepe, acaecido en Madrid el
pasado lunes. Sabía que muchos colegas escribirían al respecto, pero no
me intimidó la idea de que mis posibles argumentos fuesen empleados
antes por esos otros periodistas alternativos.
Ciertamente, fue grande el número de trabajos que se publicaron sobre
ese miembro del Grupo de los 75, preso de conciencia en licencia
extrapenal que, al fallecer, todavía adeudaba lustros de cárcel.
Cubanet, el prestigioso diario digital del que era asiduo colaborador,
publicó el martes, por sí solo, seis trabajos consagrados al distinguido
profesional. Un merecidísimo homenaje.
Conocí a Oscar en la década de los setenta, cuando ambos trabajábamos en
el conjunto arquitectónico ocupado en parte por un organismo de nombre
larguísimo: la Comisión Nacional de Colaboración Económica y
Científico-Técnica. Se trataba de un antiguo edificio de apartamentos de
lujo, ubicado en Primera esquina a B, en El Vedado.
Ambos, por tener segundos apellidos poco frecuentes, éramos conocidos
mayormente por éstos. Chepe se ocupaba de coordinar, por la parte
cubana, los vínculos con varios países entonces socialistas de Europa ,
mientras yo me desempeñaba como Asesor Jurídico de la participación de
nuestro país en la gigantesca fábrica de reuniones y papeles conocida
como CAME: el Consejo de Ayuda Mutua Económica.
Se trataba en puridad de dos órganos estatales diferentes, aunque
radicábamos en el mismo inmueble debido a que la jefatura de ambas
entidades era ocupada por el mismo dirigente. Tratábamos temas diversos,
de modo que los contactos laborales que teníamos Chepe y yo eran casi
inexistentes. No obstante, como el colectivo era pequeño, nos conocimos
y tratamos, aunque sin mucha profundidad.
Andando el tiempo, la decisión de vivir en la verdad que uno y otro
tomamos por separado nos acercó de nuevo en las filas de la disidencia
interna. En el caso de Chepe, la formidable labor de análisis económico
que realizó fue castigada con su encarcelamiento durante la tenebrosa
Primavera Negra de 2003.
Resulta ilustrativa la inconsecuencia con la que el régimen castrista
actuó en su caso: Contra los encartados de aquel momento se esgrimió el
pretexto de que servían a los Estados Unidos y apoyaban el embargo
mantenido por ese país contra Cuba. De nada le sirvió a Chepe haber sido
durante años —y hasta el día de su muerte— un firme opositor a esas
medidas. Los jueces castristas lo sancionaron igual.
A quienes tuvimos el honor de tratarlo, nos quedará siempre el recuerdo
de su bondad y de su conversación sustanciosa, salpicada de graciosas
anécdotas de los tiempos en que creía en la justeza de las ideas
comunistas. En esos relatos, la índole alucinante de este sistema del
absurdo se reflejaba con precisión no menor que en sus argumentados
artículos consagrados a los problemas de su especialidad.
Durante mi reciente viaje a los Estados Unidos, tuve la oportunidad de
constatar el inmenso prestigio del que gozaba Chepe entre sus colegas.
En el congreso de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana,
los estudiosos consagrados a estos temas —también profesionales
competentísimos— expresaron a una sola voz su contrariedad por la
ausencia del ilustre cienfueguero, motivada por su enfermedad.
Era la primera ocasión en que él hubiese tenido la posibilidad de
concurrir en persona a ese tipo de eventos: la negativa a permitir
viajes temporales de disidentes al extranjero, mantenida durante
decenios por el gobierno cubano y levantada hace sólo meses, le impedía
asistir. No obstante, siempre colaboró con enjundiosas ponencias que
eran seguidas con gran interés por sus colegas residentes fuera de la Isla.
La muerte de Chepe se une a la de otros activistas prodemocráticos que
hemos sufrido en la oposición interna cubana a lo largo de los años. Su
nombre se junta ahora en nuestro recuerdo al de otros que lo
antecedieron en ese tránsito: Jesús Yanes Pelletier, el asaltante del
Moncada Gustavo Arcos Bergnes, Orlando Zapata Tamayo, Juan Wilfredo
Soto, Wilman Villar, Laura Pollán, mi ex suegro Bienvenido Perdigón,
Oswaldo Payá, Harold Cepero…
Muchos han sido los caídos durante estos decenios de lucha pacífica. No
son ni remotamente tantos como los muertos en combate o fusilados
durante los años iniciales de castrismo, pero son los más cercanos a
nosotros. Ellos hacen que los más antiguos nos sintamos como una especie
de náufragos que hemos logrado sobrevivir mientras ellos han partido ya.
Pero también nos señalan el camino a seguir. Su recuerdo nos inspira y
su obra queda como guía para los que seguimos sus pasos en esta batalla
pacífica. En ese sentido, Oscar Espinosa Chepe fue y seguirá siendo un
ejemplo excepcional.
Source: "El amigo Chepe | Cubanet" -
http://www.cubanet.org/articulos/el-amigo-chepe/
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