Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - El 29 de enero, Felipe
Pérez Roque, entonces canciller, anunció a bombo y platillo la
invitación oficial al Sr. Manfred Nowak, Relator de la ONU sobre la
Tortura, para una visita durante 2009. Seguía el guión gubernamental de
procurar engatusar a las instituciones de derechos humanos y la opinión
pública internacional, para limpiar la imagen nefasta del régimen,
descubierta abruptamente durante la represión de 2003. El Presidente
Raúl Castro ofrecía una cara pragmática, prometía cambios y creaba la
ilusión de que se disponía a modificar el historial de derechos humanos.
Con esos propósitos, el gobierno cubano firmó los Pactos de Derechos
Civiles y Políticos, y Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que
su dócil Asamblea Nacional no ha ratificado, así como acogió al Relator
para la Alimentación, antiguo conocido que siguió el guión, no se reunió
con la sociedad civil, y redactó un informe beneficioso para sus
anfitriones.
El Sr. Manfred Nowak, en sus declaraciones públicas desde que fuera
invitado, ha expresado su decisión de llevar a cabo con responsabilidad
el contenido de su cargo, que contempla la visita sin previo aviso a
centros de detención, sean de la policía, la justicia o psiquiátricos, y
a entrevistarse con todo tipo de presos, incluidos los políticos.
Hubo ansiedad entre los prisioneros de conciencia, condenados a penas de
hasta 28 años durante la asonada de marzo de 2003, y sus familias,
porque tendrían la oportunidad de exponer las condiciones crueles que
han afrontado. Ellos y las organizaciones de derechos humanos nacionales
e internacionales han expresado su preocupación de que el Sr. Nowak
tuviera dificultades para reunirse con ellos, teniendo en cuenta que el
gobierno niega su existencia, y los cataloga de enemigos
contrarrevolucionarios al servicio de Estados Unidos, lo cual no es
cierto, y por tanto, los encierra con reos comunes de alta peligrosidad.
Incluso, podrían presentar al Relator supuestos presos agentes de
Seguridad del Estado, guardias o reos comunes que buscarían beneficios a
cambio de falsear la realidad.
Si bien las autoridades eluden las torturas físicas que dejen marcas
visibles, tanto la física como la psíquica se ejecutan frecuentemente.
Desde el Artículo 1 de la parte I de la Convención contra la Tortura y
Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes adoptada en 1984,
que entró en vigor el 26 junio de 1987, suscrita por el gobierno de Cuba
en esa fecha, y ratificada el 17 de mayo de 1995, se puede comenzar a
verificar tal afirmación:
1.A. Se entenderá por el término de tortura todo acto por el cual se
inflija intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya
sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero
información o una confesión, de castigarla por un acto que haya
cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a
esa personas o otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de
discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por
un funcionario público y otra persona en el ejercicio de funciones
públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia".
Igualmente, existen documentos regulatorios del régimen carcelario, como
las reglas mínimas para el Tratamiento de Prisioneros de la ONU y
reglamentos para el personal médico y paramédico, que no se cumplen en
Cuba.
El Sr. Nowak, en conferencia de prensa el 20 de octubre pasado, al
presentar su informe anual ante la Asamblea General de la ONU, manifestó
que inicialmente propuso viajar a La Habana en septiembre, luego
octubre, y le contestaron que era demasiado temprano, que mejor
noviembre. Reconoció sentirse decepcionado, ya que había reservado ese
mes, lo cual le privó de realizar otras misiones, aunque espera que el
gobierno cubano cumpla la promesa, formulada en la carta de febrero, y
que comunicara este mes a la comunidad internacional durante el Examen
Periódico Universal a Cuba en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Los movimientos de reos en las cárceles superpobladas y con las peores
condiciones, así como las lentas y cosméticas reparaciones iniciadas en
algunas de ellas parecen preparativos para la eventual visita del
Relator. Pero deberían preocuparse por modificar el tratamiento a los
reos en general y, sobre todo, rectificar las prolongadas e injustas
condenas impuestas a los prisioneros de conciencia y políticos.
Mientras en Estados Unidos las apelaciones de los cinco espías han sido
analizadas, y ya se modificó el fallo judicial de Antonio Guerrero, a
los presos políticos cubanos, en su Patria, no se les revisan las
causas. Arturo Pérez de Alejo se dirigió al Tribunal Supremo de Cuba,
que desestimó atenderlo. Ese hombre, enfermo, en la cárcel por expresar
sus ideas, años atrás expuso su vida peleando junto al gobierno cubano
que decía proponerse lograr la libertad para el pueblo de Angola.
Ejemplos similares hay muchos entre nuestros presos.
Cuba: Solo en el montículo (2 November 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/noviembre09/02_C_1.html
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