miércoles, junio 24, 2009

El fin de un mito

El fin de un mito
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Se ha roto el coro universal
de la adoración. Hay cuestionamientos, dudas y preguntas incómodas donde
la apología era el comienzo y el fin. El señor Maurice Lemoine acaba de
confirmarlo en La Habana. Ha dicho que existe una campaña internacional
de deslegitimación hacia la figura de Ernesto Guevara, pilar fundamental
en la iconografía de la izquierda, que presume tener la última palabra
en la solución de los problemas del Tercer Mundo.

Lemoine, jefe de redacción del diario francés Le Monde Diplomatique,
puso en perspectiva su rechazo a lo que describe como una ofensiva
mediática enfilada a poner en entredicho el legado del guerrillero
heroico, y a impugnar los procesos políticos latinoamericanos donde las
fuerzas de la izquierda han tomado el poder.

Aunque prescribe en sus comentarios la superficialidad de los enfoques y
el prejuicio de esos medios de prensa a la hora de tratar las referidas
temáticas, es oportuno señalar que existe cierta tendencia a defenderse
de las críticas poniéndole a las mismas el cartel de hostilidad
permanente. Este pudiera ser un caso representativo dentro del esquema
concebido para facilitar el avance de una ideología que rechaza -al
margen de poses humanitarias y eventuales posturas conciliatorias- la
pluralidad y otros conceptos, no menos importantes, emanados del Estado
de Derecho.

Al margen de una hipotética premeditación en el desmontaje del mito
guevariano, era de esperar que esto ocurriese en algún momento. La
pureza y muchos de los dones que se le atribuían fueron creados a partir
de una amplia y sostenida campaña de relaciones públicas. No resultaba
creíble tal grado de perfección en un ser humano nacido bajo el mismo
procedimiento en que fueron concebidos los más seis mil millones de
terrícolas. Pese a las implícitas insinuaciones divinas, la santidad que
se le atribuye estuvo en concordancia con una necesidad política e
ideológica. Pienso que la idea del superó las expectativas de quienes
elaboraron el plan tras su trágica muerte en Bolivia, el 9 de octubre de
1967.

Dejar a Ché totalmente fuera del universo de las virtudes sería un
absurdo, pero me asalta la pregunta: ¿Dónde quedaron los errores,
excesos y todo lo que se escondía bajo la piel de un hombre hecho del
mismo material defectuoso destinado a convertirse en polvo?

En vida optó por proyectarse como un idealista radical. Quería la
redención de los oprimidos a través de la lucha armada, y basó sus fines
en la aplicación de estrategias más basadas en la pasión que en su real
sustentabilidad. Su muerte refuerza esta tesis.

La decisión de crear focos guerrilleros en Bolivia frente a un contexto
totalmente desfavorable a esos propósitos, determinó su apresamiento y
posterior ejecución. Su breve experiencia militar en Congo en 1965, con
similar objetivo, también culminó en otro fracaso.

En Cuba, fue uno de los pilares fundamentales en la lucha contra la
dictadura de Fulgencio Batista. Sin embargo, poco después del triunfo
revolucionario, hizo del fusilamiento una práctica que excedió el marco
de la justicia para adentrarse en los ámbitos de la arbitrariedad y la
barbarie.

El tiempo en que se desempeño al frente del Ministerio de Industrias,
se añade a la estela de desaciertos, a partir del crecimiento de los
números negativos al término de su gestión.


Estos apuntes, de ninguna manera constituyen una arista de la creciente
hostilidad que el señor Lemoine describió en la intervención ante sus
colegas de la prensa oficialista. Son puentes para llegar a otros lados
de la verdad. Esos que suelen desaparecer entre mitos, utopías y populismos.
oliverajorge75@yahoo.com

El fin de un mito (24 June 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/junio09/24_C_5.html

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