La salud pública perdió su humanidad
Mascaradas y realidades del sector 'insignia de la revolución'
Martes, junio 13, 2017 | Ana León
LA HABANA, Cuba.- Los días 9 y 10 de junio el teatro "Lázaro Peña"
acogió el Primer Congreso de Trabajadores de Salud Pública que se ha
organizado en Cuba; un evento cuyo propósito quedó diluido en la
habitual retórica fidelista, al igual que las razones que lo motivaron.
Con el reciente escándalo de corrupción en el hospital CIMEQ, se hubiera
esperado una mayor profundización en el tema de la ética médica. Sin
embargo, durante la emisión de la Mesa Redonda dedicada al congreso, los
"especialistas" invitados decidieron, por unanimidad, evitar el
engorroso asunto y hablar, una vez más, de logros que la población no
percibe y nuevos retos que, en pleno siglo XXI, deberían estar superados.
Según Pastor Castell-Florit, Director de la Escuela Nacional de Salud
Pública, el sistema cubano de salud se halla inmerso en un proceso de
mejoramiento continuo de la calidad. Como admirables ejemplos de dicho
proceso citó la instalación de 4880 equipos médicos, el mejoramiento de
los comedores obreros, la entrega gratuita de doscientos autos a
personalidades de la Salud y la repartición de bolígrafos al personal de
Salud Pública. Asimismo señaló que todo este programa de inversiones
estaba destinado a mejorar las condiciones de los trabajadores del
sistema de Salud Pública; pero ello tendría que revertirse en una mayor
calidad en los servicios ofrecidos a la población.
El dirigente adornó su discurso con una afirmación que resume su total
ignorancia acerca del funcionamiento del sistema nacional de salud
pública: "En nuestro país se pueden suplir todas las necesidades de
atención médica que demanda la población". Para apoyar la frase, aseguró
que un promedio anual de 3200 instituciones han sido favorecidas por el
programa de reparación e inversiones; lo cual se traduce en la
recuperación de salas, quirófanos e instalaciones destinadas a la docencia.
Lo que Castell-Florit no menciona es la pobre calidad humana y el bajo
nivel de instrucción del personal que está siendo captado para trabajar
en los servicios de salud pública. Tampoco habla de las catastróficas
Áreas de Salud —entiéndase consultorios de familia y policlínicos—,
supuestamente orientadas a proveer una atención primaria eficaz para
evitar acudir innecesariamente a los hospitales. Omitió el hecho de que
las reparaciones consisten apenas en dar "colorete" a las fachadas de
los centros de salud y colocar un aire acondicionado en una sala de
espera; mientras profesionales y técnicos carecen de los utensilios
indispensables para tratar a los pacientes, y varios quirófanos
permanecen inutilizados por falta de climatización.
Cualquier meta que Cuba se proponga en materia de salud pública es
inalcanzable y ello no se debe solo al problema del salario. Los
invitados a la Mesa Redonda, que escriben sus informes y ajustan su
propia visión de la realidad desde oficinas con aire acondicionado,
ignoran la irregularidad del personal médico que labora en los
consultorios de familia. No saben de los ancianos que sufren fatigas por
esperar durante horas para ser atendidos por el doctor de turno; de los
enfermeros que manipulan vías intravenosas sin utilizar guantes ni una
bandeja esterilizada para colocar el instrumental; ni del mal olor de
los baños que impregna las áreas de atención a los pacientes.
En el sistema primario de salud nunca se tiene la certeza de que el
doctor va a venir. Allí no se palpa ni se observa a los enfermos, aun
conociendo que del examen físico emerge el 70 por ciento del
diagnóstico. Es penoso ver cómo los galenos casi no miran al paciente a
los ojos; solo les mandan un montón de pruebas que significan meses de
espera, desgaste y maltrato en los hospitales.
Nunca como hoy ha sido tan valioso contar con un amigo o un pariente
médico, que abra con su autoridad o sus contactos las puertas que son
infranqueables para el más común de los mortales. El principal problema
de la salud pública cubana es la falta de humanidad. La precariedad de
la existencia ha terminado por sepultar al amor y la compasión, que son
principios básicos de la carrera de Medicina.
La segunda limitación es la higiene, pues ofrecer un servicio de calidad
depende tanto del personal sanitario como del más prestigioso
especialista; pero nadie quiere ni le importa hacerse cargo del prójimo
o de la limpieza de un hospital con pocos recursos y salarios tan
miserables.
El Gobierno cubano nunca va a reconocer que la salud gratuita es
insostenible desde hace años, pero ha empeorado con la emigración
sostenida, las fracturas sociales y el deterioro del sistema de
educación. En un centro de la capital se aplicó la iniciativa de dar a
los pacientes una factura con el costo bruto de los servicios que
recibe. "Es para que tomen conciencia (…) Si la gente conoce lo que
realmente cuesta, valorarán más el servicio", explicó a medios oficiales
Miosotis Moreno, directora de Planificación Económica del MINSAP. Sin
embargo, el mencionado incidente en el hospital CIMEQ demostró que hay
mucha gente dispuesta a pagar por la atención médica, con tal de recibir
un mejor servicio.
Y esto fue solo la punta del iceberg, porque desde hace años los cubanos
han pagado —en moneda dura o especie— por diversos servicios médicos,
para evitar dilaciones y colas interminables. Embarazadas con mayor
poder adquisitivo han pagado los cuidados de un gineco-obstetra para
tener la mejor atención durante el embarazo y el parto. Hasta hoy no
lamentan haberlo hecho y aseguran que si decidieran tener otro hijo, lo
harían de nuevo.
Mientras la gente que puede permitírselo replantea la tradicional
relación médico-paciente, el Gobierno cubano sigue viviendo de su
mentira. El Primer Congreso de Trabajadores de Salud Pública fue, según
los medios oficialistas, un éxito. La población se pregunta de dónde
sale tanto optimismo; pero si el propio director de la Escuela Nacional
de Salud Pública considera que dar bolígrafos a los médicos es una meta
cumplida, cualquier tentativa por comprender lo que realmente importa
está condenada de antemano.
Source: La salud pública perdió su humanidad CubanetCubanet -
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