sábado, octubre 29, 2016

Emprendedores privados en Cuba - entre las ilegalidades y el freno estatal

Emprendedores privados en Cuba: entre las ilegalidades y el freno estatal
28 de octubre de 2016 - 21:10 - Por IVÁN GARCÍA

Al conversar con dueños de establecimientos dedicados a la gastronomía,
peluquería y transporte, escuchará argumentadas críticas al modelo de
pequeñas empresas privadas diseñado por el régimen verde olivo

LA HABANA.- Cuatro años después de abrir una oficina de diseño y
publicidad, Roberto gana cinco veces más que cuando trabajaba de
administrador de redes para una institución del Estado.

Su bolsillo ahora le permite rentar, en dos o tres ocasiones al año, un
fin de semana con su mujer y dos hijos en un hotel todo incluido de
Varadero. También puede alquilar una piscina privada en las afueras de
La Habana, para festejar con sus trabajadores, entre cerveza y cerdo
asado, el cierre de un buen contrato.

Indiscutiblemente vive mejor. Hace tres comida al día, modernizó su
casa, compró muebles nuevos y paga 70 cuc mensuales para que la hija
reciba clases de piano y la esposa estudie inglés intensivo.

"Pero el gobierno te lo pone todo cuesta arriba. En cualquier negocio
particular es muy difícil ser honesto. Las reglas de juego están
diseñadas para hacer trampas y propiciar la corrupción", opina Roberto.
Y añade una lista de problemas:

"Los créditos bancarios son insuficientes. Si necesitas pedir 80 mil
pesos al banco, alrededor de 3.200 pesos convertibles, poco dinero para
una oficina dedicada al diseño y la publicidad, tienes que hacer un
papeleo monumental. Las redes de confianza en un pequeño o mediano
negocio en Cuba pasan por tejer relaciones con instituciones del
gobierno, sobre todo con los militares. Ellos son los que te abren las
puertas a determinados negocios, pues manejan el 80% de los "bisnes" en
la isla, pero te pagan poco y con retraso. Los privados pagamos al cash
y ese dinero no se suele declarar. Comprar e importar equipos,
impresoras, tintas, casi siempre hay que hacerlo por debajo de la mesa".

A punto de inaugurarse la 34 Feria Internacional de La Habana, la
empresa de Roberto tiene varios contratos para montar stands en
EXPOCUBA, sede del evento que del 31 de octubre al 4 de noviembre se
celebrará al sur de la capital de la isla.

"Pago más de medio millón de pesos en la Declaración Jurada anual. Por
el alquiler del local, 300 cuc mensuales. Para traer cada tonel de tinta
desde Miami, 35 dólares, más el extra que te cobran las 'mulas'. Por la
compra de tres o cuatro computadoras Apple debes desembolsar casi 10,000
dólares. Y una impresora moderna, con todo el equipamiento, no baja de
500 mil dólares. Con los paquetes de medidas decretados por Obama, para
los particulares pudiera ser más fácil obtener créditos o importar. Pero
el Estado no ha movido una ficha, y dudo que la mueva, para que eso
suceda. De ese bloqueo interno del gobierno no se habla en la prensa
cubana. Ni hay sesiones de la ONU que lo pongan a debate", subraya Roberto.

Contra viento y marea, los emprendedores cubanos más creativos están
triunfando. "El camino fuera más fácil si el gobierno de verdad deseara
la prosperidad de los negocios privados. Pero no lo creo. El Estado
cubano lo que quiere es que sean iniciativas de bajo vuelo, que sus
propietarios no ganen mucho dinero y tratar de exterminarlos con
impuestos, normas y controles que limiten su expansión", concluye Roberto.

La empresa del diseñador habanero emplea una docena de trabajadores que
como promedio ganan no menos de 200 cuc al mes, les paga horas extras y
tienen garantizadas meriendas y almuerzos de calidad.

Roberto no es el único trabajador por cuenta propia que se queja. Cuando
usted conversa con dueños de establecimientos dedicados a la
gastronomía, peluquería y transporte, que deben invertir capital para
comprar insumos, escuchará argumentadas críticas al modelo de pequeñas
empresas privadas diseñado por el régimen verde olivo.

"Abrir un mercado mayorista de verdad, no como el que abrieron en
Miramar, que te vende las cosas diez centavos más baratas que el
comercio minorista, no es un capricho, es una necesidad. Yo compro en
Miami desde los tintes para el pelo, la queratina, laca y hasta las uñas
postizas", señala Deborah, quien regenta una peluquería de alto estándar.

Silvio, dueño de un gimnasio particular enclavado en un barrio pobre y
mayoritariamente negro de la ciudad, considera "que al gobierno solo le
interesa cobrar los impuestos a los privados, no que florezcan. La
mayoría de los negocios se abre con dinero procedente del exterior y
prosperan con muchísimos sacrificios, pagando coimas a inspectores
corruptos y comprando en el mercado negro o importando de manera
irregular lo que se necesita".

Un buen número de negocios están en tierra de nadie. Al no tener un
marco jurídico, se mueven entre la ilegalidad y cierta permisividad oficial.

Fernando, otro cuentapropista cubano, siempre ha sospechado que ese
limbo jurídico lo propicia el Estado, para poder prohibirlos cuando les
convenga. "Tengo una flota de tres camiones y siete autos que alquilo
como taxis. Pero eso no está autorizado, al menos abiertamente. Ahora,
con la crisis de los taxistas, cuando el gobierno de La Habana decretó
fijar precios, pudiera ser un primer paso para luego ir contra
nosotros", apunta.

A pesar de que los profesionales no pueden dedicarse al cuentapropismo,
arquitectos como Lourdes o abogados como Irene, han montado pequeños
negocios a contracorriente.

"Diseño casas, interiores y ofrezco asesorías a personas que quieren
abrir un negocio o desean hacer cambios estructurales en su vivienda.
Legalmente están prohibidos, pero este tipo de negocios funcionan por
debajo del radar", confiesa Lourdes.

Irene cobra 25 dólares por hacer trámites jurídicos. "Quise abrir un
bufete de seis abogados que atendiera a negocios y trabajadores
particulares y también a la población, porque en Cuba se pierde mucho
tiempo en trámites burocráticos, pero el gobierno no lo aceptó.
Comenzamos a trabajar por la izquierda y nos va bien. Ganamos unos 700
cuc mensuales, veinte veces más que laborando en un bufete del Estado".

Alrededor de doce oficios o profesiones no están contemplados en la
lista de trabajo privado autorizada por el gobierno. Pero funcionan. Y
es que en Cuba siempre ha existido una puerta giratoria que delimita lo
legal con lo clandestino.

A varios de estos oficios el Estado los reconoce y les cobra impuestos.
Otros, la gente lo ejerce por su cuenta.

FUENTE: Especial

Source: Emprendedores privados en Cuba: entre las ilegalidades y el
freno estatal | Cuba, Noticias de Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/america-latina/emprendedores-privados-cuba-las-ilegalidades-y-el-freno-estatal-n4106492

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