lunes, febrero 22, 2016

Feria del Libro o feria de las vanidades?

¿Feria del Libro o feria de las vanidades?
Los agentes del capitalismo editorial conocen mejor al público de la
Isla que los encuestadores del Instituto Cubano del Libro
lunes, febrero 22, 2016 | Ana León

LA HABANA, Cuba.- La Feria Internacional del Libro de La Habana ha
evidenciado una ostensible pérdida de calidad a lo largo de la última
década. El máximo acontecimiento literario de la Isla puede ser
considerado un paradigma en cuanto a la indigente calidad de los títulos
comercializados por la mayoría de las editoriales del patio; la
insultante selección de literatura trash que traen las editoriales
foráneas para vender a los lectores cubanos como si trataran con un hato
de ignorantes; y la pérdida irremediable de su objetivo esencial:
contribuir al crecimiento cultural y educativo de las personas.

La publicación del clásico "1984", de George Orwell, ha sido la única
noticia impactante para quienes conocen la obra y la polémica que
suscitó durante décadas; es decir, una ínfima parte de cubanos. Sobre
esta inesperada y largamente debatida edición han versado casi todos los
titulares interesantes referidos al evento literario. Pero la realidad
es que un par de horas en la fortaleza de San Carlos de La Cabaña bastan
para percibir que la Feria del Libro se ha convertido en un mero espacio
para cierto tipo de socialización ajena al marco de la cultura. El
público lector ha sido drásticamente sustituido por un acrecido número
de ciudadanos que aprovechan la ocasión para romper con la rutina
doméstica y practicar, en un contexto diferente, el hábito de comer
opíparamente y beber cantidades ingentes de alcohol.

La proliferación de quioscos cuya oferta gastronómica es, por demás,
homogénea y mal elaborada, supera con creces el número de stands para la
venta de libros en el recinto. A ello hay que sumar la sorpresiva e
incomprensible multiplicación de plazas que, en lugar de obras
literarias, comercializan toda la parafernalia destinada a ensalzar a
los héroes de las nuevas generaciones: Cristiano Ronaldo, Lionel Messi y
Neymar Jr. Revistas, afiches, calendarios, camisetas, bolsas y carpetas
conforman un volumen tan desproporcionado y atractivo al público, que la
actual edición de la Feria del Libro podría catalogarse como un fracaso
absoluto. Recorriendo las añosas rutas de La Cabaña pueden contarse con
los dedos las personas que llevan un libro en la mano, mientras el
arrobamiento de niños y adolescentes ante sus ídolos de cartón revela la
crisis del saber en su más lastimosa expresión.

Ni siquiera las materias incluidas en los programas lectivos conducen a
la adquisición de libros, y la lectura ha sido desestimada, casi por
completo, como un hobby de excelencia. Hace algunos años era notable ver
que grupos de jóvenes recorrían con avidez los estantes buscando
clásicos de la literatura universal, imprescindibles para aprobar una
asignatura; o indagando por novelas policíacas y de aventuras. Hoy los
grupos de jóvenes acuden a la Feria en plan de excursión, y pasan la
tarde husmeando en la pacotilla o charlando en el césped.

Este síntoma de la aridez cultural que atenaza a la sociedad cubana ha
sido oportunamente aprovechado por sellos editoriales extranjeros, los
cuales aportan al evento lo que podría denominarse un "pulguero
literario". Expositores y comercializadores están al corriente de que en
Cuba se ha masificado el gusto por la literatura banal, las revistas de
chismes, los pasatiempos –crucigramas, sudokus y otros– y los manuales
de autoayuda. No es de extrañar que en los abultados stands de
editoriales mexicanas, peruanas y españolas se amontonen novelas de
vampírico asunto junto a sagas sobre el crimen organizado, consejos de
Deepak Chopra, biografías de famosos y torturadoras recetas de cocina,
muy distantes del asolado mercado mayorista nacional.

Pero lo peor es que mientras la casi totalidad de los clientes bucea en
ese remolino de chatarra impresa que pone precio a los libros según su
tamaño y coloca lo peor de la literatura a la altura de los ojos, es en
el suelo donde yacen, inadvertidas, obras de Hemingway, George Orwell,
Dante Alighieri, Shakespeare y Mario Vargas Llosa. Todo en ediciones
buenas, a precios baratos y regateables pues, en resumidas cuentas,
nadie las compra.

En el stand de Perú tuvo lugar una de las más desalentadoras peripecias
de la jornada, cuando al preguntarle al vendedor si habían traído libros
de Vargas Llosa, él contestó categóricamente: "No. Acá no se conoce a
Vargas Llosa". Dicha respuesta constituye una nítida revelación de que
el férreo control sobre el consumo cultural impuesto por el gobierno
cubano, ha derivado en una atrofia estética conocida y asumida fuera de
la Isla como un mal generalizado.

Un golpe de apreciación a la vigésimo quinta Feria del Libro de La
Habana podría contribuir a rasgar aún más el velo triunfalista con que
la prensa oficial engalana los acontecimientos culturales. El pésimo
trabajo de las editoriales nacionales y el pobre aporte de los sellos
extranjeros contradicen las pretensiones de "cultura diversa,
enriquecedora y masificada". ¿Quién podría pensar que los habitantes del
país más culto del mundo no conocen una novela tan fascinante como
"Conversación en La Catedral"? ¿Qué ciudadano cultísimo estaría
dispuesto a dilapidar su salario en frivolidades? Irónicamente, todo
parece indicar que los agentes del capitalismo editorial más burdo
conocen mejor al público del patio que los encuestadores del Instituto
Cubano del Libro.

Source: ¿Feria del Libro o feria de las vanidades? | Cubanet -
https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/feria-del-libro-o-feria-de-las-vanidades/

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