martes, diciembre 08, 2015

Los cubanos se preguntan por qué no bajan los precios

Los cubanos se preguntan por qué no bajan los precios
El salario mensual se deshace ante una espiral inflacionaria que no da
señales de agotamiento
martes, diciembre 8, 2015 | Orlando Freire Santana

LA HABANA, Cuba.- Uno de los problemas que le complica la vida al cubano
de a pie son los altos precios que debe pagar por la mayoría de los
bienes de consumo o los servicios que recibe. El salario mensual del
ciudadano promedio, que no rebasa los 20 dólares, se deshace ante una
espiral inflacionaria que no da señales de agotamiento.

Semejante situación, que podría erosionar aún más la escasa simpatía con
que cuenta el castrismo, inquieta a las autoridades. Ello se refleja en
el dosier sobre temas económicos aparecido en el periódico oficialista
Trabajadores, en su edición del 30 de noviembre.

En uno de los trabajos del dosier "Precios y política de precios", el
articulista expone los tres métodos que se presentan ante todo aquel que
vaya a formar un precio: en función de la demanda, en función de los
costos, y en función de la competencia. Sin embargo, olvidó decir— o le
impidieron hacerlo— que aquí los precios no bajan, precisamente, por lo
mal que anda cada uno de esos enfoques.

Comencemos con los costos de elaboración. Un elemento importante porque
los precios se forman, en general, agregando un margen de ganancia a los
gastos en que incurre una entidad al elaborar un bien o prestar un
servicio. Y en este sentido son proverbiales los elevados costos con que
producen nuestras empresas estatales, afectadas por la obsolescencia
tecnológica, las lejanas fuentes de materias primas e insuficiencias
organizativas de toda índole. Al final, esos costos elevados repercuten
en los precios que paga la población, el último eslabón en la cadena
producción-comercialización-consumo.

Si se quisiera paliar ese estado de cosas, sería razonable que las
autoridades implementaran estrategias a corto y mediano plazo. El primer
caso podría incluir una flexibilización en la pesada carga tributaria
que afrontan las entidades, y que hoy se traduce, entre otros, en el
impuesto sobre las utilidades, por la utilización de la fuerza de
trabajo, y el aporte a la seguridad social de sus empleados.

En un segundo momento convendría revisar la tan cacareada política de
sustitución de importaciones. Esa estrategia que, desdeñando los
beneficios del libre comercio, los gobernantes cubanos se obstinan en
enarbolar. Porque un país debe de producir aquello que cueste más caro
traerlo de afuera. En caso contrario, como sucede actualmente en muchas
ramas y sectores de la isla, la economía se llena de empresas
ineficientes, productoras de artículos de poca calidad, y con altos
costos de elaboración,

Y, claro, las entidades cubanas se pueden dar el lujo de sobrevivir en
esas condiciones debido a que prácticamente no existe la competencia,
ese mecanismo que expulsa del mercado a las empresas menos eficientes.
Lo anterior incluye la incapacidad del Estado para competir con los
cuentapropistas, y de ese modo hacer que estos últimos bajen los precios
y tarifas de sus ofertas.

Por último, los bajos niveles de producción e importación que exhibe la
economía cubana conllevan a que la oferta esté por debajo de la demanda
en la mayoría de los surtidos. Una coyuntura que, lógicamente,
aprovechan los productores para elevar los precios de sus mercancías. Se
trata, además, de un desbalance típico en casi todas las economías
estatizadas, donde se produce a toda costa, sin importar la satisfacción
del cliente.

El citado dosier recoge algunos criterios que abogan por que el Estado
tope los precios de determinados productos. Los que piensan de esa
manera olvidan que ese es el clásico "pan para hoy, y hambre para
mañana". Porque topar precios implica la desmotivación de alguno de los
eslabones de la cadena: el productor o el comercializador.

Un producto con precio topado, o deja de producirse, o el
comercializador opta por no llevarlo al mercado oficial, y ofertarlo
después en la bolsa negra. Entonces, ¿De qué valdría un precio más
asequible, si al final el producto se pierde de las tarimas o anaqueles?

La solución no está en una mayor presencia del Estado en los procesos
económicos. Al contrario, ella empieza por permitir el libre accionar de
todos los sujetos económicos de la sociedad.

Source: Los cubanos se preguntan por qué no bajan los precios | Cubanet
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