viernes, agosto 28, 2015

El deshielo impulsa los negocios privados en Cuba

El deshielo impulsa los negocios privados en Cuba
El sector privado cubano ha recibido con satisfacción el deshielo con EE UU.
Los viajes de ciudadanos norteamericanos se han incrementado un 54%.
MAURICIO VICENT La Habana 27 AGO 2015 - 21:47 CEST

Izar la bandera de las barras y las estrellas en el malecón de La Habana
no es más que un símbolo. Pero es un símbolo poderoso. "Es una puerta
importante que se abre, y coincide con una nueva dinámica de cambio en
el país", asegura Richard Egües, un emigrado cubano que decidió
aprovechar los nuevos espacios abiertos en la isla a la iniciativa
privada y hace un par de años se repatrió. Tras un cuarto de siglo en
Francia, Egües tuvo ojo al regresar. La Flauta Mágica, la 'paladar' que
abrió en la capital cubana, quedó instalada en el último piso de un
edificio del Vedado con las mejores vistas a la embajada norteamericana.
Egües inauguró el local el 19 de diciembre, sólo dos días después de que
Barak Obama y Raúl Castro anunciaran el deshielo. Ahora, cada noche
recibe clientes que quieren beber daiquiris en la terraza mientras ven
la bandera estadounidense ondeando sobre el cielo de La Habana.

Como él, la mayoría de los dueños de restaurantes privados y de casas de
alquiler han recibido el acercamiento a EE UU con satisfacción. "Los
datos hablan: desde el pasado 17 de diciembre los viajes de ciudadanos
norteamericanos se han incrementado un 54%, y el turismo en general
creció un 14%. Esto es bueno para todos", indica Enrique Núñez,
propietario de La Guarida. En los últimos meses, la famosa 'paladar'
donde se rodó la película 'Fresa y Chocolate' ha visto como la demanda
de reservas casi se duplicaba. Otros establecimientos turísticos, como
el hotel Meliá Cohiba, viven una situación similar. "Los norteamericanos
representan ya un tercio de los viajeros que recibimos, el doble que
hace un año. Esta todo vendido hasta mayo de 2016, y pronto subiremos
los precios", asegura su director, Juan Tuñón.

El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La
Habana ha disparado las expectativas de negocios y también de cambios
económicos en la isla, especialmente en el cada vez más dinámico sector
privado cubano. "En Cuba 27.000 casas particulares alquilan, 10.000 de
ellas en La Habana. Solo en el casco histórico existen más de 700
habitaciones privadas que rentan al turismo. En el valle de Viñales son
780, y en Trinidad, con 1.200 inmuebles de alto valor patrimonial en el
centro histórico, 800 alquilan y un centenar son cafeterías o
restaurantes privados. Toda esta gente está muy excitada", dice un
prestigioso economista cubano.

Me dicen la zeta

A no demasiada distancia de la embajada, en el popular parque Trillo, en
Centro Habana, el grupo el Septeto Habanero actuaba para un público
cubano que no ve un dólar ni en pintura. 'Me dicen la zeta/ estoy en las
últimas', cantaba el vocalista del grupo, que acaba de cumplir 95 años
de existencia.
"Estoy será un momento histórico, pero yo hasta que no vea la sopa
Campbell en mi mesa no me lo creo", decía uno de los bailarines. Muchos
cubanos que ni son cuentapropistas ni acceso al área dólar ni tienen
familia en el extranjero, son igual de escépticos. Aun así, ven que lo
ocurrido es bueno para todos. "Que se abra el banderín, al final algo se
nos pegará", aseguraba Rosa, convencida de que ella "no alcanza" pero sí
su hijo Gustavo, de 11 años.
En eso el Septeto Habanero siguió tocando: 'Allá en la calle Vapor/
dicen que se goza bueno/ y se pasa caballero/ un rato de gran confort'.
Por primera vez, el sector privado rebasó este verano la cifra de medio
millón de trabajadores autónomos registrados legalmente. No es mucho en
una población de 11 millones de habitantes, pero "están sus familiares y
los cientos de miles de personas que se buscan la vida en el sector
informal", señala el economista. "Cuando vienes a ver, son millones de
personas las que pueden beneficiarse de esta apertura".

Cerca de 90.000 norteamericanos visitaron la isla hasta la fecha, a fin
de año puede que se llegue a 150.000. Pero si Washington elimina las
restricciones legales al turismo, que todavía persisten, el primer año
pueden viajar a Cuba un millón de estadounidenses, calcula el Gobierno
cubano. "Y esto es una bomba", dice Taimí, una corredora de casas de la
Habana Vieja. "A la gente le está entrando el terententén", asegura esta
mujer menuda, que en los últimos meses ha visto como mucha gente sube
los precios de sus viviendas a todo correr. "El otro día una señora
pidió una barbaridad por un cuartucho que antes no valía nada. Me dijo:
'mire, es que por aquí van a pasar los cruceros… Sabe, nuestros primos
están llegando".

A 30 metros de altura, en la terraza de la Flauta Mágica esta mezcla de
fantasía y esperanzas cobra sentido. Asomado al patio de la embajada
donde el pasado 14 de agosto el secretario de Estado, John Kerry, dijo
que EE UU y Cuba ya no eran enemigos sino vecinos, Egües mira hacia La
Habana Vieja y otros puntos de la ciudad. "Si uno se fija, mucha gente
está construyendo, hay obras por todos lados", asegura Richard, que es
nieto del flautista más famoso de la Orquesta Aragón.

"Casi todas las semanas se abre un nuevo negocio", constata Diana Sáenz,
otra emprendedora cubana que apuesta por invertir en la isla tras más de
una década de residencia en el exterior. "Es el momento", dice. Hace
poco más de un año abrió Café Bohemia en el patio interior del antiguo
Palacio del Conde de Lombillo, que hasta ese momento era una degradada
cuartería donde vivían 12 familias. Diana comprometió a los vecinos en
un proyecto comunitario que ha ido creciendo y creciendo, y que ahora
ofrece alquileres exclusivos y comida sofisticada en el corazón de la
Habana Vieja.

Diana siguió con interés la ceremonia del 14 de agosto y las palabras de
Kerry. "Sin duda se abre una gran oportunidad, pero hay que saber
aprovecharla", advierte. Y llama la atención sobre un matiz importante:
"me pareció interesante la actitud del Gobierno cubano: al aceptar esta
nueva relación admite que tiene que hacer algo, que también tiene que
moverse". El deshielo ha empezado, y llega cuando los efectos de las
reformas de Raúl Castro se dejan sentir cada vez más. Cada día se venden
más casas, y se inauguran más negocios, y son más los cubanos que viajan
gracias a la reforma migratoria y los emigrados que regresan y tratan de
probar suerte en su país. El futuro empieza en Cuba.

Cuba entra al siglo XXI
MAURICIO VICENT

El pasado 14 de agosto, la filántropa y coleccionista de arte Ella
Fontanals Cisneros se emocionó en la embajada norteamericana al escuchar
el himno de EE UU mientras era izada la bandera de las barras y las
estrellas en presencia de John Kerry. "Lloré y me pellizqué. No me creía
lo que estaba viendo".
Cisneros fue una de las pocas invitadas cubanas a la ceremonia en la
embajada de Estados Unidos, y ese mañana recordó de un golpe todo el
pasado. "Yo estudiaba en La Habana en el American Dominican Academy con
las monjas americanas. Todas las mañanas izábamos la bandera y
cantábamos el himno estadounidense. Un día las monjas tuvieron que irse
y se arrió la bandera, poco después nosotros nos fuimos de Cuba", recuerda.
Con 13 años, en 1961 Fontanal salió hacia el exilio en Venezuela y
después allí contrajo matrimonio con el empresario Oswaldo Cisneros.
Hace algunos años, Ella regresó y abrió casa en Cuba, invirtiendo parte
de su fortuna en apoyar el arte cubano. Lo ocurrido el 14 de agosto para
ella es muy importante. "Representa la entrada de Cuba al siglo XXI".
Después de reunirse con Kerry en la residencia del encargado de negocios
de EE UU en La Habana, Jeffrey DeLaurentis, Cisneros concluía: "el
siguiente paso es eliminar el embargo. Todo el mundo ha de apoyar que
Obama lo logre antes de las elecciones, para que no pueda haber una
marcha atrás. Es por el bien de Cuba y de EE UU"

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