viernes, marzo 29, 2013

Antes que llegue otro máximo líder

Antes que llegue otro máximo líder
Jueves, 28 de Marzo de 2013 18:21
Luis Cino Álvarez

Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Me enviaron por correo
electrónico una foto que daría risa si no fuese para preocuparse. En
ella, un líder opositor (no diré su nombre porque no tengo dudas que es
un hombre valiente y honesto, lo ha probado con creces) habla por el
celular mientras uno de sus seguidores, con gesto reverente, lo protege
del sol con un paraguas.

La foto debe haber sido tomada en el patio de una casa, porque el líder
opositor va sin camisa, lo cual me hace pensar que no debe ser tan
alérgico al sol como para necesitar un ayudante con paraguas. Digo, de
no ser que hubiese acabado de sacarse una muela.

Así que ya tenemos líderes con edecanes con sombrilla. Solo falta que
estén bajo palio. Como un papa, un jeque árabe o ciertos dictadores
africanos.

Decía que es para preocuparse porque es bien conocida la manía cubana
por los caudillos y la guataquería.

Lo peor que le pudiese pasar a Cuba es que el protagonista del cambio
sea un nuevo caudillo, un disidente en jefe, carismático y tan querido
por sus seguidores que llegue a creerse insustituible, por encima del
bien y del mal.

Debiésemos ya haber aprendido la lección. Pero no. Vemos cómo se
promueven líderes opositores en base a su valentía, a sus actos
espectaculares o simplemente porque determinadas organizaciones del
exilio lo deciden sin tener en cuenta la realidad.

La promoción de un líder y una sola organización -¿el nuevo Partido
Único?- que integre a todas las demás, iría contra la diversidad
democrática, induciría tentaciones autoritarias, y crearía nuevos
resquemores y rencillas al pretender liquidar las identidades de
partidos y movimientos con un largo historial en la lucha contra la
dictadura.

Pero no solo eso. Esa unificación forzada pudiese favorecer más al
régimen que a la oposición. Para la policía política resultaría más
fácil infiltrar a sus agentes en una sola organización que en varias. Y
ni se diga si se deciden a descabezarla.

¿Se imaginan que la Seguridad del Estado lograra crear un
súper-disidente con el que de un solo tiro pudiesen controlar todos los
hilos de la oposición y la sociedad civil?

Ojala pudiese salir de las concertaciones opositoras algo que funcionase
como un parlamento democrático. ¡Qué más quisiéramos! Pero la historia
enseña que experiencias similares, como Todos Unidos, siempre han
terminado en el fraccionamiento y las rencillas entre líderes con
demasiado afán de protagonismo.

Entonces, ¿valdrá la pena subordinar proyectos que han fructificado y se
han consolidado, como el periodismo independiente, las bibliotecas
independientes, Nuevo País y las asociaciones jurídicas, a
concertaciones y alianzas cuyos resultados están todavía por verse?

Hay organizaciones opositoras que creen tener la clave para lograr el
triunfo de la democracia, pero que en realidad, no adelantan en ese
camino, sino que más bien significan un retroceso para la oposición en
las actuales condiciones del país.

Antes que crear el caos y acercarnos a la posibilidad de un escenario
violento, la oposición debe articular un discurso coherente, capaz de
llegar al hombre de la calle, hablarle de los problemas que lo agobian,
atraer y ganar al mayor número posible de cubanos, no solo a los
abiertamente enfrentados al régimen.

A juzgar por las quejas de la población, pudiese parecer que el régimen
hace tiempo que perdió las calles. Es un espejismo. Aún subsisten el
miedo y la más apática indefensión. Por tanto, la calle, digan lo que
digan, sigue bajo el control del régimen. De un modo precario y volátil,
pero la controla.

La culpa no es sólo del accionar de la Seguridad del Estado y las
brigadas de respuesta rápida. La oposición tiene su parte de
responsabilidad por la indolencia y la incapacidad ciudadana.

La disidencia no puede estar encerrada en un ghetto. Los actos de
desobediencia civil en la calle son necesarios, pero requieren de
determinadas condiciones para que resulten provechosos. Sólo la madurez
política y el sentido común pueden evitar que se conviertan en fiascos
con un alto costo represivo.

Hoy, en las particulares condiciones que vive el país, las protestas
callejeras, salvo casos excepcionales –como las marchas de las Damas de
Blanco o las protestas por desalojos en barrios marginales- no pueden
dejarse a la irreflexión, el apasionamiento y la improvisación.

Las autoridades han demostrado que no dudarán en recurrir a la represión
más brutal para que la oposición no le tome las calles. Si lo hacen,
deben pagar un alto costo político por ello. No es ese el caso si el
saldo de la represión es sólo un puñado de opositores apaleados. Algunos
pueden ir a parar a la cárcel. Los represores suelen actuar rápido,
vestidos de civil y sin testigos. El espectáculo represivo contra unos
pocos disidentes contribuye a amedrentar más a la población.

Es el caso, por ejemplo, de la Unión Patriótica Cubana (UNPACU), que
dirige José Daniel Ferrer, un ex preso del grupo de los 75. Sus
integrantes en el oriente del país han tenido que pagar un alto costo en
cuanto a golpizas, detenciones, enjuiciamientos y condenas a prisión.
Probablemente la UNPACU sea el movimiento opositor con más integrantes
en la cárcel.

Cuando José Daniel Ferrer y los activistas de UNPACU convocan protestas
en las calles, la población se asusta, porque ya sabe lo que va a
ocurrir después. Solo se animan a participar un puñado de opositores
decididos, los mismos de siempre, que ya no tienen nada que perder, y
algunas personas cuyo objetivo final es conseguir avales para emigrar.

El liderazgo no lo determina solo la valentía, la honestidad, la
inteligencia, la credibilidad, el carisma, el poder de convocatoria, el
historial en la lucha o los años en prisión. A veces, todo eso no basta.
Hace falta algo más. Pero exigir tantas virtudes a un simple mortal es
excesivo.

Antes que imponernos máximos líderes y unidades artificiales que
resultarán de duración efímera, la oposición debe madurar y crecer. El
principal reto hoy es trabajar en la diversidad, y en vez de unanimidad,
buscar consensos. Esa es la base de la democracia a la que aspiramos.

Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com

http://primaveradigital.org/primavera/component/content/article/117-politica/6935-antes-que-llegue-otro-maximo-lider.html

No hay comentarios.: