lunes, octubre 31, 2011

El alma sin paz de Lisandro Otero

El alma sin paz de Lisandro Otero
Lunes, Octubre 31, 2011 | Por Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Más que las razones
ideológicas, sólo la envidia y la frustración pueden explicar el desdén
por la obra de Guillermo Cabrera Infante de muchos escritores cubanos
de su generación, incluso de muchos que fueron sus amigos.

En este sentido, el caso más lastimoso es el de Lisandro Otero, que al
parecer nunca pudo perdonar que en 1967 concedieran a "Tres tristes
tigres" el Premio Biblioteca Breve en lugar de a "Pasión de Urbino".
Así, Otero se tuvo que conformar con permanecer entre los comisarios
culturales de la revolución cubana en vez de figurar en el boom de la
narrativa latinoamericana de los años 60.

A Lisandro Otero se le desbordaba un resentimiento enfermizo cuando se
refería a Cabrera Infante. Burgués de Miramar, reprochaba a Cabrera
Infante, llegado a La Habana procedente de Gibara, "el síndrome del
salto de clase" y hasta su descapotable de segunda mano.

Otero no se cansó de acusar a Cabrera Infante de atragantarse de
William Faulkner y "plagiarlo desembozadamente". Algo digno de analizar
si se tiene en cuenta que a inicios de los años 80, luego del esfuerzo
por imitar a Alejo Carpentier para escribir "Temporada de ángeles",
Otero se convirtió en un experto en plagios y atragantamientos.

En su libro "Disidencias y coincidencias en Cuba" (Editorial José
Martí, La Habana, 1984) Otero describía la obra de Cabrera Infante como
"trozos de historietas, narraciones truncas, prosa inconclusa sazonada
con ejercicios de pastiche, parodias acrobáticas, laberintos gratuitos,
pésima y oscura sintaxis, supercherías gratuitas, alguna que otra
agudeza, comadreos de aldea, bromas demasiado escuchadas".

Lisandro Otero, en plan de Sumo Literato, reprochaba a Cabrera Infante
"una acumulación verbosa y deshumanizada", que según concluía, no era
verdadera literatura, sino "fuegos de artificio".

¿Quién lo diría luego de las viñetas que tanto recuerdan las de Cabrera
Infante que empleó profusamente Lisandro Otero en su trilogía "La
situación", "En ciudad semejante" y "El árbol de la vida"?

En definitiva, los resabios, pedanterías y prejuicios elitistas de
Lisandro Otero siempre influyeron en sus peculiares criterios. Llamó
"apóstata aborrecido" al Premio Nóbel de Literatura Vidia Naipaul,
calificó al rock como "aberrante deformación de las formas musicales" y
a Elvis Presley como "rey de la payasada para rústicos".

Qué no diría Lisandro Otero de Cabrera Infante, a quien no podía ocultar
que detestaba, si en favor de Vladimir Nabokov sólo pudo atribuir su
destreza con las palabras "a sus muchas patrias y su pertenencia a ninguna".

Pero era tanto su encono contra Cabrera Infante, que ni siquiera admitía
que el mismo desarraigo del exilio que decía enriqueció literariamente a
Nabokov pudiera beneficiar en algo al autor de "La Habana para un
infante difunto". Todo lo contrario. "Cabrera Infante no escapará a la
anulación por el desarraigo, ese será el final de su aventura", auguró
Otero.

Hasta su muerte, Lisandro Otero aseguró que "la obra de Cabrera Infante
se extinguiría con los años". Me temo que luego de tanto
resentimiento, su alma no pueda alcanzar la paz al comprobar que la
aventura literaria de Guillermo Cabrera Infante, tras su muerte en 2005
en su exilio londinense, apenas se inicia.

luicino2004@yahoo.com

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