Burocracia frustrada
MIGUEL COSSIO
La burocracia media-alta cubana se siente frustrada con su amado líder,
y no es para menos. En casi cuatro años formales al frente del gobierno,
Raúl Castro parece haberse especializado en el arte de repartir atole
con el dedo a diestra y siniestra. Esto es, embaucar, engañar y
entretener a quienes cree son sus súbditos tontos.
El atole es esa bebida mexicana, caliente y dulzona, hecha a base de
harina de maíz y agua, que se aplica con el dedo sobre los labios de un
niño para calmar sus lloriqueos. Eso es lo que hace el general al
prometer una reforma a la política migratoria, que de golpe y porrazo,
con un discurso gris, decide dilatar hasta las calendas griegas.
En la isla no fueron pocos los burócratas y simpatizantes del régimen
que se esperanzaron con el anuncio de un posible cambio migratorio, que
produciría en teoría más dinero y beneficios para ellos y el gobierno
del que sobreviven. Un jugoso premio les esperaba con la liberación de
las vigentes normas de salida y entrada al país de ciudadanos y
exiliados. El ingreso de capital fresco e inversiones, por pequeñas que
éstas fueran, que dinamizarían la alicaída economía. Una necesaria
compensación a las políticas adoptadas durante el Raulato: el trabajo
por cuenta propia, el reparto de tierras ociosas como incentivo a la
producción agropecuaria y la compraventa de propiedades inmuebles y
vehículos, entre otras medidas.
Se frotaban las manos con una reforma migratoria, vista sólo a través
del prisma de la economía y la política domésticas, acorde con la
exigencia de los tiempos. Era la apuesta a una última reforma como
antesala al próximo combate, que allanaría el terreno a la generación
Putin cubana, en febril apogeo hoy dentro de los cuarteles castristas.
Me refiero a los familiares y cercanos de Fidel y Raúl, noveles
militares éstos, viejos intelectuales, empresarios y burócratas de
reciente camada.
Pero si alguna lección aprendieron el general y su hermano, el ahora
compañero Fidel, de
Alemania Oriental fue que abrir las compuertas derrumba el Muro que los
sostiene, y que la más mínima apertura política sobre asuntos sensibles
conduce a un desenlace similar al de Europa del Este y la desintegrada
URSS. Para el general, los viajes y el intercambio libre entre cubanosde
ambas orillas del estrecho de la Florida siguen significando un peligro
mayor, que a corto plazo traen nocivas secuelas políticas al proyecto de
hacer perdurar el régimen.
El Muro de Berlín cayó la tarde del mismo día (9 de noviembre de 1989),
en que el portavoz del Comité Central del todavía gobernante Partido
Socialista Unificado alemán (SED), Gunter Schabowski, anunció en una
conferencia a la prensa internacional la nueva legislación que
autorizaba a los alemanes del Este a viajar o emigrar al extranjero sin
condiciones.
Mijail Gorbachov, tan criticado y odiado por los Castro desde su llegada
al poder, intentó transformar el socialismo soviético, primero con la
Uskorenie o proceso de aceleramiento de la economía y luego con la
Perestroika y la Glasnost. Aquellas pretensiones de Gorby, de refundar
el modelo económico y abrir la transparencia informativa a la sociedad,
no pudieron salvar a un sistema improductivo, erigido sobre los pilares
del totalitarismo más despiadado. Es decir, la anulación del individuo
en aras de un colectivismo irracional.
Dudo que Raúl Castro haya pasado por alto tales antecedentes antes de
largar su discurso en la Asamblea del Poder Popular, donde justificó su
decisión de aplazar la reforma migratoria repitiendo que "Cuba vive
circunstancias excepcionales",a causa de "la política injerencista y
subversiva de Estados Unidos, siempre a la caza de cualquier oportunidad
para conseguir sus propósitos".
Con voz metálica, carente de emoción, como si estuviera declamando una
orden militar, el general afirmó que actuaría sin apresuramientos ni
improvisaciones, porque el destino de la revolución estaba en juego. El
general comprende perfectamente lo que representaría la caída del Muro
migratorio castrista. Los dictadores aprenden para embrutecerse mejor.
La aplazada, por no decir cancelada, reforma migratoria es una demanda
por los derechos civiles de la población, tal como están consagrados en
las convenciones internacionales sobre los derechos humanos. Limitarla
al plano de los intereses económicos de cualquiera de las partes es caer
en el juego burocrático y engañoso de la dictadura. El pueblo cubano
reclama su derecho a entrar y salir libremente de su país, sin tarjeta
blanca ni restricción alguna. Ese es el fondo del asunto, y la negativa
o posposición ad aeternum del castrismo es la más clara demostración de
su atropello constante. Y de su miedo, el pánico a que se les caiga el
sistema como un merengue a la puerta de un colegio.
http://www.elnuevoherald.com/2011/12/27/1091741/miguel-cossio-burocracia-frustrada.html
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