martes, noviembre 15, 2016

Comunistas y cristianos, la nueva utopía del Papa

Comunistas y cristianos, la nueva utopía del Papa
El verdadero opio de los pueblos no es la religión
Lunes, noviembre 14, 2016 | Alberto Roteta Dorado

FORT PIERCE, Estados Unidos.- Su Santidad, el Papa Francisco, no solo es
la figura cumbre de la Iglesia católica romana, sino una de las
personalidades de mayor influencia política y social en el mundo. Sus
intervenciones para el inicio de las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos, y recientemente su papel como intermediario para propiciar un
diálogo de entendimiento entre la dictadura venezolana y la oposición,
son ejemplos en este sentido.

Como toda figura pública, tiene sus admiradores; los que le veneran
―aunque ya la idea de que sea el representante de Dios en la tierra ha
quedado como símbolo― y también sus detractores, que le hacen fuertes
críticas, llegando con frecuencia a los extremos a través de la
irreverencia, la ira y la calumnia.

Estos últimos tendrán motivos para pronunciarse contra el sumo pontífice
cuando conozcan sus últimas declaraciones al diario italiano La
República, en el que comparó el pensamiento de los cristianos con el de
los comunistas.

La entrevista fue realizada el pasado 7 de noviembre por Eugenio
Scalfari, fundador de dicho diario, aunque su contenido no se publicó
hasta el viernes 11 de noviembre. El propósito del diálogo no fue
precisamente hablar sobre comunistas y cristianos, sino conocer la
opinión del Papa sobre Donald Trump, algo que el líder religioso manejó
de manera muy ética al firmar que no hacía juicios sobre las personas o
los políticos; sino que pretende comprender "cuáles son los
sufrimientos que sus modos de proceder causan a los pobres y a los
excluidos".

Al tratarse el tema de su posible comunión con las ideas marxistas fue
que afirmó: "mi respuesta siempre ha sido que, en todo caso, son los
comunistas los que piensan como los cristianos (…) Cristo habló de una
sociedad donde los pobres, los débiles y los excluidos puedan decidir.
El pueblo, los pobres que tienen fe en el Dios trascendente son los que
tienen que ayudar a lograr la igualdad y la libertad".

Tal vez en el Santo Padre ha conocido algunos conceptos propuestos por
los marxistas, los que desde el punto de vista teórico pudieran
considerarse, hasta cierto punto, con alguna similitud a las ideas que
se supone proclame la iglesia. La igualdad entre los hombres, la justa
repartición de bienes, y la supresión de las luchas antagónicas entre
las clases sociales, son puntos de coincidencia entre los teóricos del
socialismo y del cristianismo.

No obstante, en el orden práctico ―y esto el Papa debe saberlo muy
bien―, ni los comunistas ni los cristianos ponen en acción las ideas que
teóricamente expusieron los precursores del socialismo contemporáneo, ni
los que dicen seguir las enseñanzas que proclamara el noble redentor en
la antigua Palestina.

No les corresponde a los líderes comunistas ni a las personalidades
religiosas del presente abordar los complejos temas de la justicia
social, la equidad, la pobreza y la marginación, por cuanto ni los
seguidores del socialismo, ni los que administran la fe cristiana sufren
como consecuencia de estos males que azotan a gran parte de la humanidad.

Todos los gobiernos de tendencia izquierdista comienzan prometiendo
transformaciones sociales que beneficien a los desposeídos, y una vez
establecidos en el poder pretenden perpetuarse y saquear las riquezas de
sus naciones para el beneficio propio. El fracaso de un grupo
considerable de países de la Europa Oriental en las últimas décadas del
pasado siglo, y el desastre de algunos países latinoamericanos que han
acogido la doctrina marxista a través del llamado socialismo del siglo
XXI, son pruebas más que convincentes para demostrar los desaciertos de
un sistema carente de valor, al menos en el orden práctico.

El mensaje predicado por Cristo no tiene absolutamente nada que ver con
las tendencias socialistas ni con el cristianismo de estos tiempos. Hay
mucha riqueza material acumulada para beneficio de los que están en el
poder, que si se invirtiera en intentar atenuar la hambruna de millones
de hombres del mundo sería un ejemplo de acto altruista; pero los
comunistas no solo permanecen ajenos al sufrimiento y al dolor humanos,
sino que lo proporcionan a través de su ambición de poderes y de su
maldad desmedida, mientras que los líderes religiosos prefieren orar y
teorizar en algo bien distante de sus opulencias.

Las palabras del Sermón de la Montaña, atribuidas al Cristo Redentor,
según el evangelio de Mateo, demuestran la grandeza de aquel que,
despojado de las trivialidades terrenales, supo ofrecer un mensaje
edificante, muy distinto a los conceptos de los comunistas y cristianos
actuales: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos".

Debe saber además el Santo Padre que fue precisamente un comunista el
que asumió la frase "la religión es el opio de los pueblos" para
arremeter contra la religión. Karl Marx (1818-1883), el teórico alemán,
utiliza la idea de Bruno Bauer (1809-1882), su amigo personal y maestro,
miembro ―al igual que Marx― de la izquierda hegeliana; pero no es de
Marx, como se cree, sino que este la utilizó en su Contribución a la
Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, escrita en 1843 y
publicada el año siguiente en el periódico Deutsch-Französischen
Jahrbücher, editado por el propio Marx.

Según las interpretaciones del evangélico Antonio Cruz, el sentido de la
frase es "manifestar que las religiones eran como sedantes o narcóticos
que creaban una felicidad ilusoria en la sociedad; drogas que
contribuían a evadir al hombre de su realidad cotidiana". No obstante,
tomar solo la célebre frase y sacarla de su contexto puede dar lugar a
interpretaciones erróneas, por lo que cito textualmente el párrafo de
donde se asume la polémica frase atribuida a Marx: "La miseria religiosa
es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la
miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el
sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una
situación sin alma. La religión es el opio de los pueblos. Se necesita
la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo
para que pueda darse su felicidad real".

Pero al parecer el Papa Francisco prefiere otras interpretaciones y
dejar a un lado la idea de la abolición de la religión, pues su defensa
del comunismo no es algo nuevo. Hace dos años el diario italiano Il
Messagero, publicó una entrevista en la que se le asoció al comunismo, a
lo que respondió: "Yo digo solo que los comunistas nos han robado la
bandera. La bandera de los pobres es cristiana. La pobreza está en el
centro del Evangelio. Los pobres están en el centro del Evangelio".

Santo Padre, recuerde además que fueron los comunistas los que
prohibieron la religión en la antigua Unión Soviética y el resto del
llamado campo socialista, los que persiguieron a los que profesaban la
fe cristiana, entre ellos a Juan Pablo Segundo, que se formó escondido
de los comunistas polacos, algo que luego asumió el dictador Fidel
Castro al proclamar el sentido socialista de la revolución cubana, con
lo que proscribía a los católicos de la isla.

Rectificar es de sabios. Los feligreses esperan por nuevas reflexiones
en las que pueda enmendar la idea de que los comunistas piensan como los
cristianos. Revise la Encíclica Divini Redemptoris, del Papa Pío XI, y
encontrará sus sabios consejos: "no se puede admitir que colaboren con
el comunismo, en terreno alguno, los que quieran salvar de la ruina a la
civilización cristiana". En dicho documento afirmó que el comunismo es
"intrínsecamente perverso (…) pretende derrumbar radicalmente el orden
social y socavar los fundamentos mismos de la civilización cristiana".

El entusiasmo banal de los socialistas ha terminado. Nació como utopía
en los tiempos de Thomas Moro, y como utopía quedará para la historia a
pesar de los múltiples intentos por hacerlo efectivo. Si el cristianismo
pretende sobrevivir en el presente será mejor que se aparte del
comunismo, que es el verdadero opio de los pueblos.

Source: Comunistas y cristianos, la nueva utopía del Papa | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/comunistas-y-cristianos-la-nueva-utopia-del-papa/

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